jueves, 9 de mayo de 2024

EN AGOSTO NOS VEMOS

"Ni tan cerca como tú quisieras ni tan lejos como tú crees"


Idioma original: Español

Título originalEn agosto nos vemos

Editorial: Random House

Traducción: Original en español

Año de publicación: 2024

Nº de páginas: 120

Valoración: más valor por el autor que por el contenido


La decisión de sacar a la luz un libro que el autor no publicó en vida es siempre controvertida. Si el autor además es Gabriel García  Márquez y confiesa antes de morir que el libro no era apropiado para publicar -"hay que destruirlo" (como si con semejante sentencia quisiera emular aquellas legendarias intenciones de Virgilio y de Kafka con sus propios manuscritos)-, entonces la cuestión, si cabe, se convierte en todavía más compleja.


Y lo cierto es que esta novela corta o cuento largo que narra las vidas de Ana Magdalena Bach, "las tantas y tantas horas de incertidumbres que quedaban de ella misma dispersas en la isla" y cómo cada mes de agosto va donde su madre está enterrada para depositar gladiolos, quizá no tiene la fuerza irrepetible de sus grandes textos. Sin embargo, es una ficción que vuelve a mostrar hasta qué punto García Márquez, a pesar del temor de no ser ya el mismo por su pérdida de memoria, seguía dominando el arte de contar historias como centro neurálgico de una escritura que no hizo de la técnica un general en su laberinto en el que perderse, pero sí el armazón de una literatura cuyos motivos (la muerte, la soledad,...) y técnicas (las recurrencias, las repeticiones, las espirales y las imágenes obsesivas) vuelven a aparecer aquí como si fuera la primera vez:


Está la temporalidad recurrente que vuelve sobre sí misma como un círculo que lo anuda todo, tal y como trata de anudar su vida Ana Magdalena Bach con el retorno cada agosto sin saber, en realidad, que está repitiendo muchos años después el mismo gesto de su madre. Están los movimientos de ida y vuelta constantes, cómo va y vuelve la protagonista sin percatarse de que, en realidad, se está juzgando sin piedad. Está, como en los Buendía, la sensación de que a menudo las acciones pueden llegar a ser fútiles, de que hacer algo lleva incorporado a menudo la desaparición del acto. De que hace implica deshacer, o no contar, o mentir.


Está, como no, la literatura, ya que aquí la protagonista en cada regreso a la isla siempre lleva un libro encima: Drácula, de Bram Stoker; Antología de la literatura fantástica, de Jorge Luis Borges; El día de los trífidos, de John Wuyndham; Crónicas marcianas, de Ray Bradbury; El misterio del miedo, de Graham Greene; y Diario del año de la peste, de Daniel Defoe. Y también se encuentra la música: escucha frente al primer seducido el "Claro de Luna" de Debussy, y luego sigue escuchando en siguientes agostos: a Dvorak, Mozart, Schubert, Béla Bartók, Chaikovski, Aaron Copland, Celia Cruz entre otros.


Está una atmósfera inconfundible ("faltaban seis para las cuatro, pero se concedió un minuto de nostalgia para contemplar las garzas que planeaban inmóviles en el sopor ardiente de la laguna"), está la sensación de haber asistido a un mundo conjetural y conocido a la vez ("admiró las playas de harina dorada al borde mismo de la selva virgen, la algarabía de los pájaros y el vuelo fantasmal de las garzas en el remanso de la laguna interior"), y de haber probado otra vez el lector el apetito pantagruélico de un autor por querer mostrar de qué manera los espacios exteriores son la medida exacta de una conciencia interior anafórica.


Está el amor, el tema que recoge motivos y técnicas en la obra de García Márquez. Un amor que aquí no aparece en los tiempos del cólera, sino en el tiempo en que una vida ya nunca más va a ser la misma tras un encuentro amoroso inolvidable que se convierte en la ceremonia de la confusión por "veinte euros", a pesar de que la protagonista después de aquel encuentro ya nunca "más volvería a ser la misma. Lo había vislumbrado en el transbordador de regreso, entre las hordas de turistas que siempre le habían sido ajenas y que de pronto y sin motivos claros se le volvieron abominables".


Está la vida imaginada de Ana Magdalena Bach tratando de acortar y comprender las distancias entre la realidad falseada y la ficción verídica porque la suya es una vida a la espera, una vida lanzada hacia el futuro de cada agosto por venir, pero condicionada por los recuerdos, por la esperanza de volver a vivir lo ya vivido y la desesperanza de que todo aquello fue una serie de acontecimientos, que como la música que también suena en este libro, es meditativa: seis movimientos que nacen de la misma nota, del mismo impulso. Y está la firmeza de un escritor por volver a contar una historia construida bajo el velo del lenguaje.


En una entrevista escuché que Ana Magdalena Bach era el nombre real de la mujer de Johann Sebastian Bach, algo con lo que juega Gabo en este libro y deja una clara alusión al mundo musical. Lejos de ser una de sus mejores obras, y evitando por completo el purismo, este "En agosto nos vemos" rescata el humor y el desparpajo, la ternura y el lenguaje del mejor Gabriel García Márquez, permitiéndonos ver cómo incluso al final de su vida, con sus facultades mentales al borde del colapso y su energía vital en desgaste continuo, logró conservar su genialidad de escritor. Así pues este libro es un tesoro literario de las letras universales que conmemora diez años de la partida del genio literario universal y 97 años de su natalicio y como tal lo añadimos sin ningún tipo de dudas a nuestra biblioteca personal.