".- Yo no sé de ideas, amona. Yo lo único que digo es que no me gusta que maten.
.- Matan y los matan. Las guerras son así. A mí tampoco me gustan las guerras, pero qué quieres. ¿Que sigan machacando al pueblo vasco por los siglos de los siglos?
.- La gente buena no mata.
.- Claro, eso también te lo ha dicho Guillermo.
.- Eso lo digo yo".
Comienzo el análisis de este libro, "Patria" de Fernando Aramburu, con esta conversación entre abuela y nieta, porque refleja y resume fielmente el poso que ha dejado en mí esta historia. En esta extensa y memorable novela está toda la historia reciente: el mundo de la lucha armada y el encarcelamiento de sus héroes, la hipócrita y cruel ocultación de sus víctimas, la constitución de una mentalidad de "pueblo elegido" y perseguido, el bochornoso papel de la iglesia católica y sus imanes parroquiales, la diaria y sistemática práctica de división de una comunidad en buenos y malos. El autor ha retratado las dos caras de una sociedad arcaica y patriarcal y donde la cuadrilla es el instrumento de socialización de adolescentes y jóvenes.
No es casual que Patria sea la historia de dos familias que han sido amigas y a las que ha enfrentado el "conflicto vasco". Y cuya historia paralela es la errática, aunque decidida, búsqueda de un perdón que unos han de pedir a los otros.
El orden del relato se ha sedimentado en un centenar de capítulos breves que adoptan la unidad de un cuento. No lo unifica la cronología estricta, sino una sucesión de naturaleza emocional, he aquí lo que posiblemente más me ha gustado de toda la novela, esa ida y venida al pasado, manteniendo al lector en todo momento pendiente del relato, sin que en ningún momento se sienta perdido ni desorientado por los acontecimientos que se narran. También se ha diluido (considero que a propósito) la responsabilidad narrativa: no sabemos quién cuenta porque las frases -casi ráfagas- escritas en primera persona que se mezclan con las formas del estilo indirecto libre y con la presencia mayoritaria de un narrador que todo lo gobierna y organiza. El resultado estético es un estilo urgente y minuciosos que parece nacer de la misma historia contada y que busca abarcarlo todo: a través de esos diálogos expresivos en los que se usa el castellano hablado en el país (con los verbos en condicional, que sustituye al pretérito imperfecto de subjuntivo) o mediante la búsqueda de la mayor precisión en los mecanismos psicológicos de los personajes que lleva a que, a menudo, los conceptos se expresen en forma alternativas o complementarias separadas por barras: "presentía/deseaba", "estaba todo hablado/roto", "se indignó/inquietó".
Nunca olvidaré nombres como Bittori, El Txato, Miren y Joxian, Xabier, Nerea, Arantxa, Joxe Mari, Gorka... personajes que desde el principio de la lectura de esta novela comienzan a formar parte de uno mismo, y los reconoce como "de toda la vida". Creo que este es otro gran mérito que consigue el escritor. Puedes estar de acuerdo con los ideales de unos, de otros, de ninguno, pero todos ellos, acaban "capturando" al lector.
Patria es, sobre todo, una gran y meditada novela. Pero la tradición del género lleva incluida la virtud de explicar a sus contemporáneos algo del mundo que les ha tocado vivir, o que forma parte de su herencia: amalgamar evocación y análisis. Lo hicieron los Episodios nacionales, de Galdós, justo cuando hacía falta recordar y suturar discordias civiles, y los hizo Guerra y paz, de Tolstói, cuando corría riesgo de olvido el origen de la Rusia moderna. Lo mismo están logrando ahora las novelas de Fernando Aramburu.
Llevaba tiempo queriendo leer esta novela, desde que mi mujer me lo regaló por mi cumpleaños, un mes de julio de 2017. Pero no encontraba el momento oportuno. Quería encontrar ese momento en que mi mente pudiera "absorber" todo lo que suponía que esta novela guardaba (y que así ha sido) y poder disfrutar al máximo de su lectura. Y este momento llegó cuando menos lo esperaba. Era viernes 13 de marzo del 2020, una especie de virus conocido como Covid-19 estaba, al parecer, comenzando a causar estragos en España. Salí del trabajo, a las 15:00 horas y lo más rápido posible me dirigí al lugar de trabajo de mi mujer. Pase antes por nuestra casa, a medio camino entre ambos destinos, para coger algo de ropa y comida, todo deprisa y sin pensar demasiado, llegaban noticias alarmantes y algo contradictorias: se proclamará un estado de alarma, se cerrarán carreteras, etc. Y como esas cosas del azar, cogí el libro Patria, que llevaba casi tres años encima de aquella repisa y acumulaba ya algo de polvo, y lo metí también en la maleta. Y así ha sido, así se ha creado el momento oportuno para su lectura, una lectura que nunca olvidaré, en una época que será imposible borrar de nuestras memorias, como todo lo que se narra en esta novela, surge así cierto paralelismo mágico.
".- He venido a decirle adiós a tu padre y en protesta contra el terrorismo. Si este fuera un país decente, el cementerio estaría ahora abarrotado"
"Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final la vida hace con uno lo que le da la gana"
No es casual que Patria sea la historia de dos familias que han sido amigas y a las que ha enfrentado el "conflicto vasco". Y cuya historia paralela es la errática, aunque decidida, búsqueda de un perdón que unos han de pedir a los otros.
El orden del relato se ha sedimentado en un centenar de capítulos breves que adoptan la unidad de un cuento. No lo unifica la cronología estricta, sino una sucesión de naturaleza emocional, he aquí lo que posiblemente más me ha gustado de toda la novela, esa ida y venida al pasado, manteniendo al lector en todo momento pendiente del relato, sin que en ningún momento se sienta perdido ni desorientado por los acontecimientos que se narran. También se ha diluido (considero que a propósito) la responsabilidad narrativa: no sabemos quién cuenta porque las frases -casi ráfagas- escritas en primera persona que se mezclan con las formas del estilo indirecto libre y con la presencia mayoritaria de un narrador que todo lo gobierna y organiza. El resultado estético es un estilo urgente y minuciosos que parece nacer de la misma historia contada y que busca abarcarlo todo: a través de esos diálogos expresivos en los que se usa el castellano hablado en el país (con los verbos en condicional, que sustituye al pretérito imperfecto de subjuntivo) o mediante la búsqueda de la mayor precisión en los mecanismos psicológicos de los personajes que lleva a que, a menudo, los conceptos se expresen en forma alternativas o complementarias separadas por barras: "presentía/deseaba", "estaba todo hablado/roto", "se indignó/inquietó".
Nunca olvidaré nombres como Bittori, El Txato, Miren y Joxian, Xabier, Nerea, Arantxa, Joxe Mari, Gorka... personajes que desde el principio de la lectura de esta novela comienzan a formar parte de uno mismo, y los reconoce como "de toda la vida". Creo que este es otro gran mérito que consigue el escritor. Puedes estar de acuerdo con los ideales de unos, de otros, de ninguno, pero todos ellos, acaban "capturando" al lector.
Patria es, sobre todo, una gran y meditada novela. Pero la tradición del género lleva incluida la virtud de explicar a sus contemporáneos algo del mundo que les ha tocado vivir, o que forma parte de su herencia: amalgamar evocación y análisis. Lo hicieron los Episodios nacionales, de Galdós, justo cuando hacía falta recordar y suturar discordias civiles, y los hizo Guerra y paz, de Tolstói, cuando corría riesgo de olvido el origen de la Rusia moderna. Lo mismo están logrando ahora las novelas de Fernando Aramburu.
Llevaba tiempo queriendo leer esta novela, desde que mi mujer me lo regaló por mi cumpleaños, un mes de julio de 2017. Pero no encontraba el momento oportuno. Quería encontrar ese momento en que mi mente pudiera "absorber" todo lo que suponía que esta novela guardaba (y que así ha sido) y poder disfrutar al máximo de su lectura. Y este momento llegó cuando menos lo esperaba. Era viernes 13 de marzo del 2020, una especie de virus conocido como Covid-19 estaba, al parecer, comenzando a causar estragos en España. Salí del trabajo, a las 15:00 horas y lo más rápido posible me dirigí al lugar de trabajo de mi mujer. Pase antes por nuestra casa, a medio camino entre ambos destinos, para coger algo de ropa y comida, todo deprisa y sin pensar demasiado, llegaban noticias alarmantes y algo contradictorias: se proclamará un estado de alarma, se cerrarán carreteras, etc. Y como esas cosas del azar, cogí el libro Patria, que llevaba casi tres años encima de aquella repisa y acumulaba ya algo de polvo, y lo metí también en la maleta. Y así ha sido, así se ha creado el momento oportuno para su lectura, una lectura que nunca olvidaré, en una época que será imposible borrar de nuestras memorias, como todo lo que se narra en esta novela, surge así cierto paralelismo mágico.
".- He venido a decirle adiós a tu padre y en protesta contra el terrorismo. Si este fuera un país decente, el cementerio estaría ahora abarrotado"
"Nos esforzamos por darle un sentido, una forma, un orden a la vida, y al final la vida hace con uno lo que le da la gana"
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