"Todo gran sueño comienza por algo pequeño”.
“Empezaba a entender que afrontar cosas que te dan miedo podía hacer
que la vida fuera algo menos aterradora a largo plazo”.
¿Has pensado alguna vez en cambiar radicalmente de vida?, sí, me
refiero a dejarlo todo, trabajo, familia, casa… y arriesgarte a vivir una
aventura en algún sitio que no conoces de nada. Algo así sucede al protagonista
de este libro, aunque en su caso se ve “engañado y forzado” a hacerlo. Agobiado
por su trabajo y un matrimonio fracasado, el monje Julian Mantle envía a su
sobrino a diferentes partes del mundo para buscar ocho talismanes y ocho cartas
que le enseñarán a ver lo que realmente tiene importancia en la vida. Y es que
ya se sabe que no hay nada más importante que saber apreciar las cosas
importantes.
Robin Sharma, uno de los autores más leídos en todo el mundo nos
ofrece la historia imponente y reflexiva de cómo aprender a vivir de verdad. Un
libro que se convierte en un viaje, donde el autor consigue que formes parte de
él y que descubras los lugares más peculiares de las diferentes ciudades de
destino del protagonista: Estambul (Estrecho del Bósforo que separa Europa de
Asia), París (Catacumbas encantandas), Osaka, Kioto, Oxkutzcab (Civilización
Maya), Barcelona, Isla Cabo Bretón, Shanghái, Phoenix (Desierto del Sedona) y
Nueva Deli.
Durante sus 287 páginas el protagonista principal trata de buscar
ocho talismanes que estarán acompañados por pequeños mensajes que, en el
momento adecuado, resaltan principios importantes de la vida y que él, por su
forma de vivir acelerada, había olvidado o tan sólo nunca se había parado a
pensar. Y eso es lo que trata el autor con este libro, que te pares a reflexionar,
con frases como estas:
Mi fortuna material me interesaba menos que descubrir mi verdadera
fortuna. Y sustituí el intentar echar el anzuelo a mujeres hermosas por echar
el lazo a la felicidad duradera.
Uno de los mejores regalos que podemos hacernos a nosotros mismos
es desprendernos de las excusas. Rudyard Kipling escribió una vez: “Tenemos
cuarenta millones de razones para el fracaso, pero ni una sola excusa”. Y lo
peligroso de las excusas es que si las repetimos suficientes veces, llegamos a
creérnoslas.
La vida misma es un viaje, y lo que más importa no es lo que
consigues, sino lo que llevas a ser.
Se nos quita el miedo haciendo aquellas cosas que nos lo provocan.
Aunque adores tu trabajo, no puedes quedarte en el mismo sitio.
Eso acaba con la carrera de cualquiera.
La más pequeña de las acciones es siempre mejor que la mejor de
las intenciones. Y los resultados siempre tienen mayor repercusión que las
palabras.
Cuando llegaba a casa después de un partido de béisbol siempre me
preguntaba: “¿Lo has pasado bien?”, en lugar de: “¿Habéis ganado?”.
¿Prefieres comprar a vivir? Cuanto más adicto eres a tener, menos
te dedicarás a llegar a ser. He descubierto que la verdadera felicidad no la da
la acumulación de objetos. No, la felicidad duradera la da la capacidad de
disfrutar de los placeres sencillos, como una brisa de aire fresco en un día
caluroso, o un cielo estrellado tras un día de trabajo duro. O reírse con tus
seres queridos durante una comida de tres horas cocinada en casa.
La sensación de poseer lo suficiente. La verdad era que si hubiera
podido tener lo que realmente deseaba en ese preciso instante, allí, solo en
aquella habitación de hotel, a miles de kilómetros de mi casa, no habría sido
ni un yate ni un coche de lujo ni una mansión descomunal. Habría sido una
respuesta.
Conociendo algo mejor al autor;