jueves, 23 de septiembre de 2010

Caín


En esta última novela, el recientemente fallecido y premio nobel de Literatura en 1998, José Saramago nos guía a través de los ojos de Caín por los hechos más destacados del antiguo testamento, donde además de observador, Caín ejercerá de juez, sobre todo juez de las acciones injustas y descabelladas de dios. El solo hecho de que dios tenga un juez, podría ser suficiente para que el libro mereciera la pena, pero profundicemos un poco más.


En la línea de otros libros suyos, recuerdo ahora El evangelio según Jesucristo, resulta lúcidamente crítico con el entramado eclesiástico y la interpretación algunas veces (no me atrevo a decir la mayoría de las veces) absurdas que se hace de las escrituras, encontrando esas contradicciones que no por simples resultan evidentes. Es un ejercicio intelectual magnífico, que va más allá de la simple historia o argumento que guía la novela.

Me ha sorprendido gratamente la aparición en la novela de un personaje no muy difundido por la iglesia católica, y no es otro que la primera mujer, Lilith. No es Eva la primera mujer de Adán, sino Lilith, aunque esta resultó ser una mujer independiente, resuelta y con sus propias ideas. No estaba dispuesta a someterse a los designios de ningún varón, por lo que tuvo que ser sustituida por una mujer sumisa y dispuesta a procrear para su querido compañero. Y es así como aparece Eva.


En esta novela Lilith dará un hijo a Caín, aunque mantendrán una relación pecaminosa a ojos de la santa madre iglesia. Pecaminosa e irregular, pues Caín aparece y desaparece según le viene en gana. Y menos mal que toma esta actitud, pues si no nos hubiéramos quedado sin libro.

Ya está dicho lo bueno, pero no hay crítica que se precie que no tenga su lado malo. A la pregunta de si recomendaría este libro contestaría que depende. ¿De qué? Pues de si se ha leído algo ya de Saramago o no. Desde luego si es este el primer libro que se lee del autor no lo recomendaría. Y si ya se ha leído algo, pues no soy quien para quitar la idea a nadie.