domingo, 30 de noviembre de 2014

Los propios dioses

Contra la estupidez humana, los propios dioses luchan en vano

Volver a leer un libro de Isaac Asimov es como volver 30 años atrás en mi vida. Era por entonces cuando devoraba libros de este gran escritor de ciencia ficción y el que hizo que muy posiblemente sintiera una atracción irreversible por la ciencia. Despertó la curiosidad de millares de jóvenes por esa ciencia fascinante que salpicaba sus libros. Después de muchos años sin volver a tener contacto con el autor (aunque mi biblioteca sigue plagada de sus libros) me llega casi por casualidad este "Los propios dioses" y me digo, ¿por qué no?

El libro son tres historias en una. Es decir, son tres historias relacionadas en el tiempo, aunque no en la dimensión. Me explico: 

Un mediocre científico descubre por casualidad que existe otro universo paralelo al nuestro con el que podemos intercambiar energía de manera que esta se hace infinita para ambos mundos. Esto resulta ser la panacea energética, ya nadie tiene que preocuparse jamás por los problemas energéticos que nos asolan. Pero no todo es tan fácil, pues este trasvase energético tiene consecuencias en la alteración de las leyes físicas de los mundos implicados, con mucha peor suerte para nuestro universo, como descubre un científico terrestre. El Sol llegará a explotar engulléndonos a todos. Luchas de poder, de intereses, comerciales, económicas, celos profesionales,... urden la primera parte del libro.

La segunda parte se centra en el universo paralelo. Asimov relata su forma de vida, sus costumbres, como son los diversos seres que lo habitan. También aquí descubren la alteración de las leyes físicas y provoca una pequeña rebelión de sus estamentos sociales. Para mi gusto esta es la parte más floja del libro, pues tal vez es demasiado fantasiosa y se aleja del verdadero estilo de Asimov en la mayoría de sus libros.

En la tercera parte volvemos a nuestro universo, pero no a la Tierra, sino a la Luna. Compartimos aventuras con los selenitas. Aquí aparece Asimov en toda su esencia y es la parte que más me ha gustado. Aunque en este caso tampoco aparecen los clásicos robots que pueblan sus libros. Es en la Luna donde se encuentra solución al problema del trasvase de energía entre los dos universos y llegamos a un final que aunque esperado desde páginas anteriores no dejará de sorprender.

En definitiva, para mi ha sido un verdadero placer volver a sumergirme en un libro de ciencia ficción de un autor tan reconocido y que tan buenos ratos me hizo pasar en mi adolescencia.

Las personas sólo buscan su comodidad individual,
sin importarles el precio que han de pagar por ella