1º.- Estos aparatos resultan caros todavía, ya que su precio oscila entre 300 y 600 €, y si pensamos que sólo sirven para leer libros (no reproducen música, ni vídeos y ni siquiera son en color), pues un cálculo aproximado permite ver que por ese dinero podemos comprar entre 15 y 30 libros de papel.
2º.- La lectura en ellos, aunque mucho más cómoda que en las pantallas LCD o TFT, no acaba de ser del todo agradable. Y eso que últimamente con la introducción de la tinta electrónica (existen dos tipos distintos), la comodidad para los ojos ha mejorado mucho. Las pantallas ya no son retroiluminadas y permiten una buena visión incluso a plena luz del día.
3º.- No es posible encontrar cualquier libro en formato digital para leer en un e-book, sobre todo en castellano, en inglés la cosa pinta mejor. Existen páginas donde descargar libros de forma gratuíta, que suelen ser clásicos sin derechos de autor. Los que pueden comprarse en librerías de internet resultan caros, salvo ofertas puntuales, el precio es similar a las ediciones de papel. 4º.- No todos los e-books o libros electrónicos soportan todos los formatos en los que podemos encontrar los libros digitales, aunque el más extendido sea el pdf, no estaremos exentos de buscar programas para cambiar formatos.
5º.- Y, por supuesto, está el aspecto romántico, la sensación de tener entre tus manos un libro de papel, con su olor característico (no todos huelen igual, es curioso como cada libro tiene su personalidad), su tacto, su peso (los e-book permiten llevar cientos de libros en 300 ó 400 gr.) y el ir pasando página a página con su sonido característico.
En definitiva, los libros electrónicos son una buena idea, tal vez, para viajes, o si necesitas transportar una gran cantidad de libros de consulta, pero para el resto de los lectores no deja de ser un capricho caro y al que yo, personalmente, no creo que le saque mucho rendimiento. Soy partidario de esperar a que se popularicen, mejoren su tecnología y cuando el vecino lo tenga y me lo deje probar, entonces tal vez me decida a tener uno, pero, por supuesto, sin renunciar a mis queridos libros de papel.