domingo, 12 de abril de 2009

Los ojos del tuareg

En algún lugar, hace mucho tiempo, leí una interesante y bien fundada comparación entre Julio Verne y Alberto Vázquez-Figueroa. Se comentaba de este último que era el moderno escritor de aventuras, visionario y de gran poder de convicción. Hasta este momento y hasta este libro, "Los ojos del tuareg", nada había leído de este autor, aunque de esa comparación yo añadiría una faceta de Vázquez-Figueroa que me ha llamado la atención, y es la denuncia, la defensa del débil y, concretamente en este libro, la defensa de África y de sus pobladores.

Cuando se publicó este libro, allá por el año 2000, el rallie París-Dakar se encontraba en pleno apogeo, movía cifras millonarias y las televisiones le dedicaban en su programación un apartado especial con muchos minutos. A mucha gente les interesaba saber quien iba a ganar en la categoría de coches, de motos o de camiones. Y mientras tanto las casas comerciales que patrocinaban el evento frotándose las manos.



Sin embargo a nadie le interesaba saber cuanto niños habían resultado heridos o muertos por atropello, o cuanto ganado había perecido bajo las implacables ruedas de los vehículos, o incluso tampoco nadie se preopcupaba por los desperdicios que tan inhumana caravana iba dejando. Y la manera en que se degradaba un mediambiente todavía virgen con tan brutal asalto.

Es aquí donde el autor puso su granito de arena para luchar contra este abuso, creando una novela de denuncia en la que el protagonista, un guerrero tuareg, se enfrenta a toda la organización por un acto totalmente injusto del que es víctima. Además, y por si fuera poco, este guerrero tuareg es el hijo del protagonista de un libro anterior de Vázquez-Figueroa, "Tuareg", guerrero que atesora valores como el honor, la valentía, el respeto a las tradiciones y costumbres de sus mayores, la sabiduría, la paciencia, valores tan escasos y que tanto se echan de menos en nuestros tiempos.


En el libro se desvelan las tramas corruptas que protagonizan los organizadores del rallie y los enormes intereses económicos y políticos que éstos defienden. Y sobre todo queda patente el gran conocimiento del autor sobre el desierto, sus gentes y sus costumbres, lo que le da un valor añadido al libro y a la misión de denuncia que subyace.