lunes, 5 de febrero de 2007

Neguijón



Comencé este libro con la esperanza de quitarme el mal sabor de boca que me había dejado el anterior libro del autor "Ajuar funerario". Nada más lejos de la intención de Fernando Iwasaki. En este "Neguijón" uno puede encontrar muchas cosas, la mayoría desagradables, pero desde luego, nunca encontrará buen sabor de boca. El neguijón encarna y resume la podredumbre de los dientes y muelas. Es el gusano que vive oculto detrás de caries, flemones, puses y demás asquerosidades que debían apreciarse en la boca de nuestros antepasados medievales.

Piensen por un momento, nada de cepillos dentales, nada de pasta dentrífica, ni mucho menos revisiones periódicas o limpiezas bucales. A eso añadan una dieta formada a saber de que porquerías, grasas y poca verdura, y tendrán un hogar perfecto para el escurridizo neguijón. Pues bien, la obra que ahora comento se adentra en la búsqueda incansable del dichoso gusanito, pero sin privarnos en nigún momento de los detalles más escabroso de tan siniestra búsqueda. Y no sólo hay pasajes apoteósicos sobre como descarnar una boca a lo vivo, también se practica alguna amputación y alguna otra tropelía de barbero. Todo esto aderezado con un lenguaje de la época sublime, que convierte a Fernando Iwasaki en un auténtico erudito del barroco y un veradero malabarista de las palabras.

Quiero, eso si, destacar la ilusión que me ha hecho el encontrarme en sus páginas con paisajes y personajes muy familiares y conocidos para mi. Se habla de Benito Arias Montano, ilustre pensador natural de Fregenal de la Sierra, localidad que también aparece mencionada en el libro, así como Aracena y su maravillosa Gruta de la Maravillas (hogar de Polidoro). Se nota que el autor, residente en Sevilla, ha aprovechado para hacer una escapada por la sierra de Aracena y el sur de Extremadura e imagino que disfrutar de su inigualable Jamón Ibérico. Pues eso, ¡a su salud y a la de sus dientes!.


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