Juan Gelman en el discurso que pronunció al recibir el Premio Cervantes de 2007, acaba con una frase en la que dice Vive para escribir. Se refería a que el poeta no escribe en ningún caso para vivir, sino que vive para escribir.
Yo he sacado de contexto esta frase y me he planteado eso de Vive para escribir. Todos llevamos un escritor dentro. Un escritor de aventuras, o de novela negra, o de novela romántica, o de novela realista, o de literatura infantil, o escritor de cuentos, o, mejor aún, de poesía, e incluso, porque no, escritor de blogs. Pues eso, me dije, manos a la obra y a escribir...
Eso me llevó a tomar el bolígrafo y escribir sobre una hoja en blanco. Prefiero esa sensación del bolígrafo deslizándose por el papel, a la del teclado repiqueteando bajo mis dedos. Pero me encontré con que tenía diversos tipos de bolígrafos en el escritorio. ¿Cuál escoger para tan señalado momento de mi inicio como escritor?
Primero probé con un bolígrafo made in Italy, me pareció recio, robusto, algo incómodo de manejar. Además no siempre funciona bien y se atasca la tinta con frecuencia. El capuchón no se puede poner por detrás, por lo que anda rodando por la mesa. Esto da una cierta sensación de desorden, de caos.
A continuación tomé uno made in France. Este es fino, delicado, parece acariciar los dedos en cada letra. Muy suave en la escritura. La tinta fluye sin interrupción con un trazo muy agradable. En cuanto a su diseño es estilizado, bien diseñado y muy versátil. En fin, que puede que tanta finura y perfección me resulte un poco cargante, pero tiene su mérito.
Después de este buen sabor de boca, me incliné por un bolígrafo made in Germany. En este he encontrado un poco de todo. Es tremendamente práctico, muy cómodo. Es sobrio en su diseño y poco coloreado. Desde luego no falla nunca aunque escribamos boca arriba con él. Está construido metódicamente, y eso se nota a la hora de utilizarlo, aunque también es verdad que puede resultar frío e impersonal.
Finalmente tome un bolígrafo hecho en España. Su diseño es tradicional, ya nuestros abuelos utilizaban bolígrafos así. Es muy poco variado, pero práctico. El capuchón encaja perfectamente en la parte de atrás y es con el que mejor se puede jugar entre los dedos, haciéndolo pasar de unos a otros. Es alegre y de escritura divertida, vamos, para mi gusto muy de casa.
Cuando acabé de probar los bolígrafos comprendí que, al igual que las personas, cada bolígrafo tiene algo de especial. Ninguno es mejor que otro. Eso si, responden a muchos de los tópicos que de ellos tenemos de antemano. Así que mi primer libro será un canto para derribar fronteras y luchar por la igualdad de oportunidades y, por supuesto, lo escribiré con todos los bolígrafos.