Hay que hacer del niño un verdadero niño en cuanto no podrá surgir un adulto maduro de un ser que no ha tenido infancia
Josefa Martín Luengo, maestra y directora durante un tiempo, concretamente un curso y medio, de la Escuela Hogar Nertóbriga de Fregenal de la Sierra, lleva a cabo durante dos trimestres una experiencia de lo que ella denomina escuela en libertad. Consiste en que los alumnos sean responsables de su formación y de su convivencia en el centro, aboliendo las normas y los condicionantes de los adultos. Cada niño come cuando le apetece, estudia cuando quiere, va a la escuela si de verdad lo desea,... pero siendo siempre consciente de las decisiones que toma en cada momento.
Para la época en que se desarrolló (curso 1973-1974) y el tipo de alumnado al que iba dirigido, chicos de familias de labradores que vivían en el campo y no tenían casi ningún contacto con la civilización, resultó ser una experiencia muy arriesgada. Pero Pepita, como se la conocía cariñosamente, lo tenía claro. El alumno debía tener libertad para aprender aquello que le apetecía y dar lo mejor de sí mismo centrándose en sus gustos y sus necesidades. Y no improvisaba nada. Había leído cientos de libros sobre pedagogía de autores con un prestigio contrastado y sentía que esa que ahora tomaba era la dirección que debía llevar la educación en nuestro país recién salido de las constricciones de una férrea dictadura.
Para llevar a cabo esta experiencia de escuela en libertad contaba con el apoyo de casi todo su equipo de maestros y, por supuesto, con el visto bueno de la inspección educativa de Badajoz. Pero desgraciadamente para ella no supo o no pudo convencer a los padres, escandalizados por lo que se contaba que ocurría dentro de la escuela. También encontró al enemigo dentro de su equipo, pues la administradora del centro tampoco aprobaba sus métodos y predispuso a la inspección en contra del proyecto.
El resultado final fue el esperado, Pepita fue destituida y trasladada forzosamente a otro centro de la zona y la administradora se hizo cargo de la dirección volviendo a los métodos y autoridad tradicionales. Deberían pasar muchos años para que ese sueño de escuela en libertad comenzara a hacerse realidad muy poco a poco en un proceso que se va implantando en las aulas muy despacio.
En este libro a modo de diario recoge todos los detalles que van aconteciendo en la escuela así como sus reflexiones y posibles soluciones a los problemas planteados. Las reuniones con padres, con inspección, asambleas con alumnos, reuniones con compañeros,...
Pepita no paró en su empeño y siguió trabajando por la escuela en la que creía, escribió libros, colaboró en revistas, fundó las escuelas anarquistas y murió dejando un legado y unos fieles seguidores para dar continuidad a un proyecto que ella intentó en un momento inapropiado de nuestra historia.
Que estas humildes líneas sirvan de homenaje y gratitud a esta mujer excepcional y cabal que luchó por lo que más quería: la escuela y sus alumnos.
Que tristeza más profunda anidó en lo más profundo de nuestro ser personas! Y que vergüenza, y que miedo, y que oscuridad...!