"Existe un antes y un después en la recepción de la literatura japonesa en España. Ese punto de inflexión se llama Haruki Murakami"
Elena Hevia, El Periódico
En 1982, tras dejar el local de jazz que regentaba y decidir que, en adelante, se dedicaría exclusivamente a escribir, Haruki Murakami comenzó también a correr. Al año siguiente cubriría en solitario el trayecto que separa Atenas de Maratón, su bautizo en esta carrera clásica. Ahora, ya con numerosos libros publicados con gran éxito en todo el mundo, y después de participar en muchas carreras de larga distancia en diferentes ciudades y parajes, Murakami reflexiona sobre la influencia que este deporte ha ejercido en su vida y en su obra.
"No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura" (Haruki Murakami)
Sin el menor reparo y con total nitidez, el autor de culto nos permite meternos en su piel durante sus carreras: su música, el paisaje que recorre, sus pensamientos, sus experiencias, sus sensaciones,...son relatados con tal transparencia que casi se puede sentir el sudor por el esfuerzo. Son tales las intimidades que desgrana al lector que éste entra al principio en el libro de puntillas para, después, exprimirlo al máximo. Sus gustos, su tendencia al aislamiento, cómo vivió el comienzo de su declive físico. El ojo de la cerradura de sus carreras nos permite ver hasta lo más profundo de su ser. "De qué hablo cuando hablo de correr" se trata, entonces, más que de un diario de un corredor, de unas memorias que giran en torno al hecho de correr, como el mismo autor reconoce. Una rutina de más de veinte años durante seis días a la semana se convierte, letra a letra, en una metáfora vital del escritor.
Sin el menor reparo y con total nitidez, el autor de culto nos permite meternos en su piel durante sus carreras: su música, el paisaje que recorre, sus pensamientos, sus experiencias, sus sensaciones,...son relatados con tal transparencia que casi se puede sentir el sudor por el esfuerzo. Son tales las intimidades que desgrana al lector que éste entra al principio en el libro de puntillas para, después, exprimirlo al máximo. Sus gustos, su tendencia al aislamiento, cómo vivió el comienzo de su declive físico. El ojo de la cerradura de sus carreras nos permite ver hasta lo más profundo de su ser. "De qué hablo cuando hablo de correr" se trata, entonces, más que de un diario de un corredor, de unas memorias que giran en torno al hecho de correr, como el mismo autor reconoce. Una rutina de más de veinte años durante seis días a la semana se convierte, letra a letra, en una metáfora vital del escritor.
Si algo me ha aportado este libro han sido respuestas. Respuestas a preguntas que algún día me hicieron y no supe responder con exactitud. Pero sobre todo, respuestas a preguntas que alguna vez me hice yo mismo, o que me haré en un futuro. Me permito realizar un "decálogo de respuestas" que he obtenido de este "De qué hablo cuando hablo de correr", y que desde este momento guardo como un pequeño tesoro al que acudir de vez en cuando:
Uno-- 5 de agosto de 2005 - Isla de Kauai (Hawai) ¿Quién puede reírse de Mick Jagger?: "Mientras corro, tal vez piense en los ríos. Tal vez piense en las nubes. Pero, en sustancia, no pienso en nada. Simplemente sigo corriendo en medio de ese silencio que añoraba, en medio de ese coqueteo y artesanal vacío. Es realmente estupendo."
Uno-- 5 de agosto de 2005 - Isla de Kauai (Hawai) ¿Quién puede reírse de Mick Jagger?: "Mientras corro, tal vez piense en los ríos. Tal vez piense en las nubes. Pero, en sustancia, no pienso en nada. Simplemente sigo corriendo en medio de ese silencio que añoraba, en medio de ese coqueteo y artesanal vacío. Es realmente estupendo."
Dos-- 14 de agosto de 2005 - Isla de Kauai (Hawai) ¿Cómo se convierte alguien en un novelista que corre?: "Cada vez que veo en una escuela esa escena en la que todos los chicos son obligados a correr en la hora de la gimnasia, no puedo evitar compadecerlos. Obligar a correr largas distancias a personas que no desean correr, o que, por su constitución, no están hechas para ello, sin ni siguiera darles opción, es una tortura sin sentido. Me gustaría advertir a los institutos de secundaria y bachillerato, antes de que se produzcan víctimas innecesarias, de que es mejor que dejen de obligar a correr largas distancias de manera tan estricta a todos su estudiantes, pero, aunque lo hiciera, estoy seguro de que no me harían caso. Así es la escuela. Lo más importante que aprendemos en ella es que las cosas más importantes no se pueden aprender allí".
Tres-- 1 de septiembre de 2005 - Isla de Kauai (Hawai) Corro mis primeros cuarenta y dos kilómetros en pleno verano ateniense: "Maratón es un pueblo pequeño y cordial. Un pueblo tranquilo y pacífico. Se me antoja imposible que, en un lugar como éste, hace unos cuantos miles de años, el ejército griego derrotara al invasor persa a orillas del mar, tras una brutal batalla. En un café del pueblo de Maratón, me tomo una cerveza Amstel todo lo fría que quiero. Por supuesto, está buenísima. Pero la cerveza real no está tan buena como la que yo imaginaba y ansiaba fervientemente mientras corría. No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura".
Cuatro-- 19 de septiembre de 2005 - Tokio La mayoría de los métodos que conozco para escribir novelas los he aprendido corriendo cada mañana: "A veces, algunas personas se dirigen a los que corremos a diario para preguntarnos burlonamente si lo que pretendemos con tanto esfuerzo es vivir más. La verdad es que no creo que haya mucha gente que corra a fin de vivir más. Más bien tengo la impresión de que son más numerosos lo que corren pensando: "No importan si no vivo mucho, pero, mientras viva, quiero al menos que esa vida sea plena". Por supuesto, es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo, con cierta eficiencia y dentro de las limitaciones que nos han sido impuestas a cada uno, es la esencia del correr y, al mismo tiempo, una metáfora del vivir (y, para mí, del escribir). Probablemente muchos corredores compartan esta opinión".
Cinco-- 3 de octubre de 2005 - Cambridge (Massachusetts) Aunque en aquella época yo hubiera llevado una larga cola de caballo...: "Hoy, mientras corría, me he encontrado un ganso del Canadá, grande y regordete, muerto a orillas del Charles. También había una ardilla muerta al pie de un árbol. Ambos parecían profundamente dormidos. Su expresión tan sólo denotaba una tranquila aceptación del final de la vida. Parecía que, por fin, se hubieran liberado de algo. Más adelante, cerca del cobertizo para embarcaciones que hay en la orilla, un vagabundo con todas sus prendas de ropa sucias puesta una sobre otra, cantaba a voz en grito "America the Beautiful" mientras empujaba un carrito de supermercado. No he logrado distinguir si lo cantaba de corazón o si lo hacía con una especie de profunda ironía. Sea como fuere, el calendario señalaba ya octubre. Un mes pasa volando. Y la estación más dura está ya al acecho".
Seis-- 23 de junio de 1996 - Lago Saroma (Hokkaido) Ya nadie golpeaba las mesas, nadie lanzaba los vasos. "El acto de correr se hallaba ya en un ámbito que rozaba casi lo metafísico. Primero estaba el acto de correr y luego, como algo inherente a él, mi existencia. Corro, luego existo...Cuando me acerco al final de un maratón, solo pienso en llegar a la meta y en acabar cuanto antes la carrera. No puedo pensar en nada más. Pero esa vez no pensé en eso ni por un instante. Sentí que el fin era solo la culminación de una etapa, algo sin excesivo sentido. Era como el vivir. La existencia no tiene sentido porque tenga un fin. Tenía la impresión de que el fin había sido establecido, bien para enfatizar, por razones de conveniencia, el sentido de la existencia, bien como una eufemística metáfora de lo limitado de ésta. Es una idea bastante filosófica, pero yo entonces no pensé ni por un momento que lo fuera. Simplemente lo percibí de un modo, por decirlo así, global, no mediante las palabras, sino mediante la sensación que en esos momentos recorría mi cuerpo".
Siete-- 30 de octubre de 2005 - Cambridge (Massachusetts) Otoño en Nueva York. "Alcanzar la meta, no caminar y disfrutar de la carrera: éstos son, en ese orden, mis tres objetivos fundamentales".
Ocho-- 26 de agosto de 2006 - En una ciudad de la costa de Kanagawa. Dieciocho hasta la muerte. "18 Til I Die" (Bryan Adams)
Nueve-- 1 de octubre de 2006 - Ciudad de Murakami (prefectura de Niigata) Al meno aguantó sin caminar hasta el final. "Por muy mayor que uno se haga, mientras viva siempre descubre cosas nuevas sobre uno mismo. Por mucho tiempo que uno pase desnudo escrutándose ante el espejo, éste nunca llegará a reflejar su interior".
Diez-- Epílogo. "Y, por último, quiero dedicar este libro a todos los corredores con los que hasta ahora me he cruzado por los caminos de todo el mundo, así como a todos los que alguna vez adelanté o me adelantaron en el curso de una carrera. Si no fuera por vosotros, sin duda yo no hubiera podido seguir corriendo hasta ahora"
Encontrar respuestas, y cambiarlas, y crear nuevas respuestas...encontrar respuestas, y modificarlas... algo que parece tan sencillo y resulta tan complicado. Gracias Murakami. Y gracias a quien hizo que este libro llegase a mis manos en forma de regalo.
"Al menos aguantó sin caminar hasta el final" (Haruki Murakami)
Tres-- 1 de septiembre de 2005 - Isla de Kauai (Hawai) Corro mis primeros cuarenta y dos kilómetros en pleno verano ateniense: "Maratón es un pueblo pequeño y cordial. Un pueblo tranquilo y pacífico. Se me antoja imposible que, en un lugar como éste, hace unos cuantos miles de años, el ejército griego derrotara al invasor persa a orillas del mar, tras una brutal batalla. En un café del pueblo de Maratón, me tomo una cerveza Amstel todo lo fría que quiero. Por supuesto, está buenísima. Pero la cerveza real no está tan buena como la que yo imaginaba y ansiaba fervientemente mientras corría. No existe en ninguna parte del mundo real nada tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura".
Cuatro-- 19 de septiembre de 2005 - Tokio La mayoría de los métodos que conozco para escribir novelas los he aprendido corriendo cada mañana: "A veces, algunas personas se dirigen a los que corremos a diario para preguntarnos burlonamente si lo que pretendemos con tanto esfuerzo es vivir más. La verdad es que no creo que haya mucha gente que corra a fin de vivir más. Más bien tengo la impresión de que son más numerosos lo que corren pensando: "No importan si no vivo mucho, pero, mientras viva, quiero al menos que esa vida sea plena". Por supuesto, es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo, con cierta eficiencia y dentro de las limitaciones que nos han sido impuestas a cada uno, es la esencia del correr y, al mismo tiempo, una metáfora del vivir (y, para mí, del escribir). Probablemente muchos corredores compartan esta opinión".
Cinco-- 3 de octubre de 2005 - Cambridge (Massachusetts) Aunque en aquella época yo hubiera llevado una larga cola de caballo...: "Hoy, mientras corría, me he encontrado un ganso del Canadá, grande y regordete, muerto a orillas del Charles. También había una ardilla muerta al pie de un árbol. Ambos parecían profundamente dormidos. Su expresión tan sólo denotaba una tranquila aceptación del final de la vida. Parecía que, por fin, se hubieran liberado de algo. Más adelante, cerca del cobertizo para embarcaciones que hay en la orilla, un vagabundo con todas sus prendas de ropa sucias puesta una sobre otra, cantaba a voz en grito "America the Beautiful" mientras empujaba un carrito de supermercado. No he logrado distinguir si lo cantaba de corazón o si lo hacía con una especie de profunda ironía. Sea como fuere, el calendario señalaba ya octubre. Un mes pasa volando. Y la estación más dura está ya al acecho".
Seis-- 23 de junio de 1996 - Lago Saroma (Hokkaido) Ya nadie golpeaba las mesas, nadie lanzaba los vasos. "El acto de correr se hallaba ya en un ámbito que rozaba casi lo metafísico. Primero estaba el acto de correr y luego, como algo inherente a él, mi existencia. Corro, luego existo...Cuando me acerco al final de un maratón, solo pienso en llegar a la meta y en acabar cuanto antes la carrera. No puedo pensar en nada más. Pero esa vez no pensé en eso ni por un instante. Sentí que el fin era solo la culminación de una etapa, algo sin excesivo sentido. Era como el vivir. La existencia no tiene sentido porque tenga un fin. Tenía la impresión de que el fin había sido establecido, bien para enfatizar, por razones de conveniencia, el sentido de la existencia, bien como una eufemística metáfora de lo limitado de ésta. Es una idea bastante filosófica, pero yo entonces no pensé ni por un momento que lo fuera. Simplemente lo percibí de un modo, por decirlo así, global, no mediante las palabras, sino mediante la sensación que en esos momentos recorría mi cuerpo".
Siete-- 30 de octubre de 2005 - Cambridge (Massachusetts) Otoño en Nueva York. "Alcanzar la meta, no caminar y disfrutar de la carrera: éstos son, en ese orden, mis tres objetivos fundamentales".
Ocho-- 26 de agosto de 2006 - En una ciudad de la costa de Kanagawa. Dieciocho hasta la muerte. "18 Til I Die" (Bryan Adams)
Nueve-- 1 de octubre de 2006 - Ciudad de Murakami (prefectura de Niigata) Al meno aguantó sin caminar hasta el final. "Por muy mayor que uno se haga, mientras viva siempre descubre cosas nuevas sobre uno mismo. Por mucho tiempo que uno pase desnudo escrutándose ante el espejo, éste nunca llegará a reflejar su interior".
Diez-- Epílogo. "Y, por último, quiero dedicar este libro a todos los corredores con los que hasta ahora me he cruzado por los caminos de todo el mundo, así como a todos los que alguna vez adelanté o me adelantaron en el curso de una carrera. Si no fuera por vosotros, sin duda yo no hubiera podido seguir corriendo hasta ahora"
Encontrar respuestas, y cambiarlas, y crear nuevas respuestas...encontrar respuestas, y modificarlas... algo que parece tan sencillo y resulta tan complicado. Gracias Murakami. Y gracias a quien hizo que este libro llegase a mis manos en forma de regalo.
"Al menos aguantó sin caminar hasta el final" (Haruki Murakami)