Comparto con Ian McEwan un largo idilio iniciado con su novela Expiación, de lo mejor que he leído en los últimos años. Mi siguiente lectura fue Sábado, novela ésta que ya no estuvo a la altura de Expiación. Aún así recuerdo pasajes concretos de la historia, lo cual me hace pensar que dejó huella en mi memoria.
Ahora he acabado su nueva novela Chesil Beach. No sé si la palabra acertada sea decepción, pues tampoco esperaba una grandiosa novela como la que, estoy seguro, es capaz de escribir Ian Mcewan. No se le puede negar el mérito de hacer una novela de un hecho aparentemente tan insignificante como la noche de bodas de una pareja de jóvenes recién casados en una sociedad todavía en exceso mojigata. Ya hizo algo parecido con Sábado. Pero en esta ocasión su lenguaje se vuelve demasiado florido en muchas ocasiones. He tenido la impresión de que forzaba la narración con el único objetivo de llenar páginas.
La historia es muy predecible. El único interés es ver como el autor expresará lo que va a ocurrir a continuación. Lo que va a ocurrir se sabe prácticamente desde la primera página. Introduce datos de la vida de los protagonistas que no sé si son necesarios, y a esto me refiero al decir que fuerza la narración.
El desenlace es el esperado, y puede que el rescoldo del amor a través de toda una vida sea la única nota original o, al menos, conmovedora de esta historia. En cualquier caso, para una crítica más positiva y mucho más autorizada que la mía, remito a la que publicó Eduardo Mendoza en Babelia y que está disponible en Babelia: Chasil Beach.
En cualquier caso confío en que McEwan nos sorprenda con una próxima novela, que yo, desde luego, leeré. Mientras tanto queda pendiente la lectura de Amsterdam, que aunque no fue propuesta en las doce lecturas del 2009, la incluyo ahora que aún está el año recién empezado.
Una última curiosidad, la playa de Chesil (Chesil Beach) existe realmente en el sur de Inglaterra y está formada, como la mayoría de las playas de Gran Bretaña, por cantos rodados. En esta playa, el diámetro de los cantos varía a lo largo de la playa debido al arrastre con mayor o menor fuerza de las mareas.
Las fotos que acompañan a esta entrada corresponden a dicha playa.