jueves, 30 de enero de 2014

Esta noche arderá el cielo

El mundo en un puño y, en el puño, el acelerador

Se trata este de un libro cercano a las road movies, pero sin llegar a serlo. Puede ser un thriller fantástico, pero tampoco llega a serlo. Tal vez una novela de ciencia ficción, pero sólo a trozos. De terror también podría calificarse en algún pasaje. En fin, como véis no es una novela fácil de catalogar. Y mejor así, porque no creo que las etiquetas sean nada bueno.

En ella aparecen motos y personajes con situaciones vitales muy complejas. Y traficantes en medio de la taiga canadiense, donde la única vía de comunicación es la famosa Trans-Taiga, una carretera de grava apisonada que cruza el norte de Canadá, con una longitud de unos mágicos (o diabólicos) 666 kilómetros, una sola gasolinera en todo el trayecto y construida para acceder a las centrales hidroeléctricas que se encuentran en los grandes lagos del norte.

Este es el escenario que utilizan la pareja formada por Mac y Perla para reencontrarse después de diez años de vidas fracasadas, él en su modesto taller de motos, limpiando carburadores y negándose a hablar con la gente, sumergido en la bebida. Ella en su matrimonio acabado, con un hijo al que no quiere y un marido al que no reconoce. Quieren volver a revivir sus años de supuesta felicidad a lomos de unas motos que los dirigen hacia cualquier lugar, donde lo importante no era el destino sino el camino recorrido.

Trans-Taiga (Canadá)
Pero ya nada es igual, ni siquiera las grandes desolaciones de la taiga, que esconde secretos inconfesables y a la que se alía el cielo inmenso con sus estrellas y auroras boreales. El paraíso ideal para un astrónomo aficionado y su pequeño hijo que se disponen a pasar un fin de semana de observación y convivencia. Hasta que todo se tuerce, o mejor aún, se retuerce para crear situaciones increíbles.

Trans-Taiga en moto
Por momentos me ha recordado a Robin Cook en novelas como Cromosoma 6, con intriga pseudocientífica. Aunque no creo que sea llevado al cine, pero merece la pena leerlo como curiosidad y muy recomendable para moteros. Con esta lectura ha aparecido ante mi un escritor como Emilio Bueso al que merece la pena seguir.