jueves, 10 de agosto de 2023

EL ARTE DE LLEVAR GABARDINA

"Cuando intentamos volver a ser como éramos, nos damos cuenta de que los sentimientos evolucionan más deprisa que las personas que los experimentan"


Octavo libro del Club de Lectura de Talavera de la Reina, "El arte de llevar gabardina" es un libro, con perdón al lector, raro y feo de narices. En ese punto intermedio entre ficción y memoria que tanto gusta a los autores contemporáneos, se encuentra este breve compendio de relatos que a mí personalmente no me ha aportado nada. 

El acento, como se ve en el título y en la propia ilustración de cubierta, se pone sobre la gabardina, pieza de ropa que centraliza el libro protagonizando el relato central, y el más extenso. La gabardina como ropa pero también como símbolo, como mensaje y como actitud. Del recuerdo al presente y de lo lejano a la máxima cercanía, he tenido la impresión con su lectura, que el autor ha apuntado en una libreta aspectos de su vida (que solo interesan a él) y los ha plasmado en este libro, valiéndose de su fama para que cierta editorial lo publique como algo extraordinario. Nada más lejos de la realidad, cuentos inconexos, sin hilo conductor, sin finales claros, sin metáforas ni moraleja, y que en ningún momento causa en el lector emoción de forma rápida (ni lenta).

"Quien crea que la gabardina solo es la expresión del carisma revolucionario o del romanticismo bohemio se equivoca. Hay demasiadas imágenes que certifican la absoluta transversalidad de esta prenda, desde el humanismo más admirable y comprometido hasta el totalitarismo genocida. Desde la disidencia y la creatividad inspiradoras a la violencia megalomaníaca o abyecta. En otras palabras: Hitler y Stalin también llevaron gabardina, igual que los torturadores de siniestras gafas de sol de Argentina o Chile. ¿Haberlo descubierto relativiza mi entusiasmo inicial por la idea de escribir sobre la influencia de la gabardina en la historia de mi familia? No, pero me obliga a actuar más como periodista que como escritor y a revisar los armarios familiares, que mi madre preservaba con grandes dosis de misterio y neftalina".

Pàmies crea un libro de retales literarios vertebrados todos por la trágica realización de que uno no puede llegar a ser lo que de joven aspiraba a convertirse. Siempre con mueca triste, Pàmies nos ofrece una visión de su vida (o, la del narrador) que se parece a algo así como un vuelo sin motor, en el que dejas el aparato planeando, perdiendo altura, hasta llegar al punto final, el más bajo, el suelo. 

El libro, breve, puede leerse de una tacada, está formado por trece relatos o cuentos, acabando, como si de un disco se tratara, con lo que el autor llama la Bonus track: un relato donde la música es la protagonista, siendo la chispa (esa canción de Jimmy Durante, Make Someone Happy) del engranaje de su amor por Anna (vuelvo a reiterar que se cuenta aspectos muy íntimos y concretos de la vida del autor o narrador, que en ningún momento engancha al autor y que con perdón, a nadie importa). Se habla del amor, sí, siempre visto desde el momento en que ya acabó, pero también de la paternidad: "demostrado que la paternidad es un noventa por ciento de improvisación y un diez por ciento de pánico...", vista tanto poniendo la mirada al pasado como al presente, de la figura de la madre, de la juventud como revolución, de la enfermedad y de la preocupación que vivir conlleva de forma irrefutable. Es, en definitiva, un libro en el que guardar para siempre el reflejo de la preocupación de un hombre contemporáneo, pesimista, negativo, infravalorado por sí mismo y con ningún amor propio.

Se puede leer en una de las frases del libro: "Hacer feliz a alguien. Solo hacer feliz a alguien. De eso va la vida reducida a una máxima expresión", y te dan ganas, de verdad, de coger y decirle a ese narrador, que nunca sabes si es el propio Pàmies o no (supongo que ahí está la gracia, aunque yo tampoco se la encuentro), que sí, que hacer feliz a alguien es importante, pero que empiece por hacerse feliz él mismo. 

El arte de llevar gabardina es un ejemplo más de esa creencia que tengo desde hace tiempo de que hay libros sobredimensionados por la crítica y los medios de comunicación, que no quedan más que en agua de borrajas. Me he llegado a plantear, que al estar traducido del catalán, dicha traducción haya hecho que pierda su esencia o su conexión y por ello no he conectado en ningún momento con la lectura de este libro. Incluso he pensado que a lo mejor tienen razón alguno de esos políticos actuales de Cataluña (grandes eruditos) en considerar al resto de españoles como una raza inferior, porque ciertamente, no he entendido nada de estos relatos del amigo Pàmies (ironía on, por supuesto, jeje).