En primer lugar, he de indicar que este artículo se ha elaborado en base a la campaña de “Fair Play” promovida por el Consejo Superior de Deporte a nivel estatal y por la Junta de Extremadura en el ámbito de nuestra Comunidad Autónoma. En este sentido, considero adecuada la propuesta, sin embargo, he de subrayar que para que la misma alcance los objetivos planteados, hemos de reconsiderar el actual modelo de educativo.
En esta línea, el deporte escolar entendido como contenido de la Educación Física en el centro educativo puede contribuir a reforzar la formación de los alumnos y propiciar la educación en valores, encontrándose entre los mismos el denominado “juego limpio” . Actualmente, el modelo de deporte escolar se basa, mayoritariamente, en la competición y no resulta el adecuado teniendo en cuenta que el objetivo no es educativo sino sólo la búsqueda de mejores resultados. El centro educativo está inmerso en una sociedad que ejerce gran influencia sobre niños y adultos, por tanto, debe transmitir valores positivos en el deporte atendiendo a los ideales que definen sus educadores.
Al hilo de lo expuesto, he de reseñar que la práctica deportiva no adecuada y/o idónea para los escolares tiene consecuencias negativas que son reconocidas por todos los agentes implicados en el deporte escolar, entrenadores educadores, padres y madres, …, haciendo necesario diseñar un modelo de deporte escolar que rechace su utilización como “cantera del mercado deportivo”. Por lo tanto, resulta necesario que la Administración educativa asuma el papel de velar para que el modelo de deporte escolar responda a un interés educativo y no al rendimiento deportivo de los escolares. Desde esta óptica, el deporte escolar ha de entenderse como la práctica deportiva que realizan los alumnos al amparo del centro docente, y por tanto debe formar parte del proyecto educativo y enfocar las decisiones y acciones de planificación, desarrollo y orientación de la práctica deportiva a la obtención de objetivos educativos.
Por otro lado, resulta obvio que el componente competitivo del deporte escolar no es fácil de eliminar pero debemos apostar por un deporte escolar en el que prevalezcan los principios educativos de coeducación, igualdad de oportunidades, diversidad, educación para la salud, fair play,… estando en conexión con los valores que se programan desde el centro educativo
Del mismo modo, las distintas administraciones (regionales o locales) que organizan, financian y regulan la realización de actividades deportivas entre los escolares deben asegurar que las personas que están a cargo de los jóvenes deportistas tengan la formación, la capacidad y la actitud necesaria para realizar una acción formativa.
En base a lo anterior, hemos de subrayar, que la relación entre entrenador y profesor de Educación Física, actualmente, resulta mínima ya que la presencia de los docentes en la organización y dirección de las actividades deportivas es muy baja, al considerar que no se les reconoce su labor. Esta situación hace necesario favorecer la conexión entre el profesorado y el personal técnico del deporte escolar pasando por la aprobación de los programas deportivos en los proyectos educativos de centro y reconociendo la labor del profesorado en su carga lectiva con medidas administrativas que hagan posible el interés por coordinar o dirigir las actividades deportivas del centro docente con objetivos educativos. La cooperación entre las instituciones educativas y las organizaciones deportivas constituye una pieza clave para dotar al deporte escolar de un carácter educativo, estableciendo las bases pedagógicas y organizativas en torno al deporte escolar que además de promover los beneficios de las prácticas deportivas continuas, se dirija a la obtención de los objetivos educativos que emanan del proyecto educativo del centro escolar.
En definitiva, hemos de tener presente los principios formativos, educativos y lúdicos como fundamento para el diseño de los programas de deporte escolar, de manera que todos los agentes que intervienen, desde los deportistas hasta las asociaciones, clubes y otros colectivos, fomenten entre los escolares los principios de juego limpio y los valores positivos del deporte, rechazando la violencia en el deporte y la discriminación de cualquier tipo, fomentando el deporte para todos los niños y niñas en edad escolar, de forma que todos los escolares puedan acceder, cualquiera que sea su condición física a la práctica de actividades deportivas que sean de su interés y motivación acorde a sus limitaciones, características y posibilidades personales. (Con la inestimable colaboración de Antonio Frutos Gallego, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y amigo personal).
En esta línea, el deporte escolar entendido como contenido de la Educación Física en el centro educativo puede contribuir a reforzar la formación de los alumnos y propiciar la educación en valores, encontrándose entre los mismos el denominado “juego limpio” . Actualmente, el modelo de deporte escolar se basa, mayoritariamente, en la competición y no resulta el adecuado teniendo en cuenta que el objetivo no es educativo sino sólo la búsqueda de mejores resultados. El centro educativo está inmerso en una sociedad que ejerce gran influencia sobre niños y adultos, por tanto, debe transmitir valores positivos en el deporte atendiendo a los ideales que definen sus educadores.
Al hilo de lo expuesto, he de reseñar que la práctica deportiva no adecuada y/o idónea para los escolares tiene consecuencias negativas que son reconocidas por todos los agentes implicados en el deporte escolar, entrenadores educadores, padres y madres, …, haciendo necesario diseñar un modelo de deporte escolar que rechace su utilización como “cantera del mercado deportivo”. Por lo tanto, resulta necesario que la Administración educativa asuma el papel de velar para que el modelo de deporte escolar responda a un interés educativo y no al rendimiento deportivo de los escolares. Desde esta óptica, el deporte escolar ha de entenderse como la práctica deportiva que realizan los alumnos al amparo del centro docente, y por tanto debe formar parte del proyecto educativo y enfocar las decisiones y acciones de planificación, desarrollo y orientación de la práctica deportiva a la obtención de objetivos educativos.
Por otro lado, resulta obvio que el componente competitivo del deporte escolar no es fácil de eliminar pero debemos apostar por un deporte escolar en el que prevalezcan los principios educativos de coeducación, igualdad de oportunidades, diversidad, educación para la salud, fair play,… estando en conexión con los valores que se programan desde el centro educativo
Del mismo modo, las distintas administraciones (regionales o locales) que organizan, financian y regulan la realización de actividades deportivas entre los escolares deben asegurar que las personas que están a cargo de los jóvenes deportistas tengan la formación, la capacidad y la actitud necesaria para realizar una acción formativa.
En base a lo anterior, hemos de subrayar, que la relación entre entrenador y profesor de Educación Física, actualmente, resulta mínima ya que la presencia de los docentes en la organización y dirección de las actividades deportivas es muy baja, al considerar que no se les reconoce su labor. Esta situación hace necesario favorecer la conexión entre el profesorado y el personal técnico del deporte escolar pasando por la aprobación de los programas deportivos en los proyectos educativos de centro y reconociendo la labor del profesorado en su carga lectiva con medidas administrativas que hagan posible el interés por coordinar o dirigir las actividades deportivas del centro docente con objetivos educativos. La cooperación entre las instituciones educativas y las organizaciones deportivas constituye una pieza clave para dotar al deporte escolar de un carácter educativo, estableciendo las bases pedagógicas y organizativas en torno al deporte escolar que además de promover los beneficios de las prácticas deportivas continuas, se dirija a la obtención de los objetivos educativos que emanan del proyecto educativo del centro escolar.
En definitiva, hemos de tener presente los principios formativos, educativos y lúdicos como fundamento para el diseño de los programas de deporte escolar, de manera que todos los agentes que intervienen, desde los deportistas hasta las asociaciones, clubes y otros colectivos, fomenten entre los escolares los principios de juego limpio y los valores positivos del deporte, rechazando la violencia en el deporte y la discriminación de cualquier tipo, fomentando el deporte para todos los niños y niñas en edad escolar, de forma que todos los escolares puedan acceder, cualquiera que sea su condición física a la práctica de actividades deportivas que sean de su interés y motivación acorde a sus limitaciones, características y posibilidades personales. (Con la inestimable colaboración de Antonio Frutos Gallego, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y amigo personal).
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