lunes, 29 de agosto de 2011

Solar

¿Es muy aburrida la vida de los científicos?¿Están siempre encerrados en sus laboratorios sin comunicarse con nadie?¿No tienen vida privada ni nadie con quien compartir cosas interesantes?¿Sólo ven a través de pantallas de ordenador y libros donde no se entiende nada? Todos estos tópicos acaban hechos añicos en la última novela de Ian Mcewan, Solar, donde se nos cuenta la desastrosa vida personal y amorosa de un premio nobel de física inglés. Tal vez aquí el tópico no sólo quede hecho añicos, sino que posiblemente comencemos a mirar a los científicos incluso con recelo.

El libro nos cuenta la historia de Michael Beard, un físico inglés que en sus años jóvenes consiguió enunciar la Combinación Einstein-Beard, por lo que fue galardonado con el premio Nobel de física. A partir de entonces, y con su nombre unido permanentemente al de Einstein, se dedicará a vivir la vida, aceptando trabajos y representaciones de firmas en las que sólo se requiere su nombre y su prestigio.

En su vida privada va de frecaso matrimonial en fracaso matrimonial (hasta cinco matrimonios fallidos). Siempre es él el culpable de la rotura de la relación, por adúltero y egoísta. Salvo en su último matrimonio, donde la bella y joven Patrice le hará probar su propia medicina. Ella es 19 años menor que él y la última relación extramatrimonial de Beard es tomada por Patrice como una liberación para empezar también ella sus propias aventuras amorosas. Encajar esta situación no será nada fácil para Beard.

 
El autor aprovecha también al físico Michael Beard para introducirnos y darnos su opinión sobre las energías renovables, la inversión que los gobiernos hacen en ellas y la necesidad de mejorar los resultados obtenidos. El protagonista realiza un viaje al Polo Norte para concienciar a la sociedad mundial del calentamiento global, y allí se reúne con una serie de personajes de lo más variopinto y de lo más inútiles para el propósito del viaje. El propio Mcewan realizó este viaje para documentarse de primera mano antes de escribir el libro. 


La novela está muy en la línea de los últimos trabajos de Mcewan, como El InocenteChesil Beach o Sábado, donde se plantean situaciones realistas, con una narración directa donde los hechos se suceden sin dar tregua al lector. Podría definirse como el inimitable estilo Mcewan.

No soy imparcial al recomendar esta novela, pues desde que descubrí a este autor con Expiación, lo he leído prácticamente todo, pero creo que es una obra a tener en cuenta con la que se pueden pasar muy buenos ratos de lectura (y descubrir que la ciencia y los científicos pueden ser divertidos).

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