¿Mi patria? Mi patria está allí donde llueve
Me siento cómodamente en el sofá del salón de mi casa a disfrutar de un rato de lectura, en este caso toca el libro Ébano de Ryszard Kapuscinski, que nos relata las andanzas de este periodista polaco por los confines del continente africano. Y leo como millones de personas no tienen ni un palmo de terreno para sentarse porque está siendo abrasado por el sol. Y su hogar lo constituye el recipiente que llevan encima de la cabeza y los cuatro harapos que malamente cubren una ínfima parte de su cuerpo.
Levanto la vista del libro y veo encima de mi mesa una cerveza fría y unas aceitunas con anchoa que me he preparado para picar mientras leo. Y al seguir leyendo descubro que millones de personas sólo comen un puñado de arroz al día, y eso siempre que lo tengan, porque algún día sólo podrán soñar con ese mísero puñado de arroz hervido debido a las sequías, las guerras, los incendios,...
Paro nuevamente de leer y reflexiono sobre la seguridad que siento al estar en mi casa. Es mi territorio, estoy a gusto y seguro en ella. Pues millones de personas en África son sacadas de sus chozas a golpe de fusil para ser violadas, masacradas, torturadas, asesinadas,... sin ningún motivo. Simplemente son pobres y estaban ahí.
Un sentimiento de colaboración me embarga al leer estas páginas de Ébano. Colaborar con alguna de las ONG's que se desviven por llevar algo de esperanza a estos pueblos deseperanzados. Y una vez más leo como esto tampoco es tan sencillo ni eficaz. Los caciques que pululan por toda África, conocidos como "señores de la guerra" (Warlords) se quedan con la mayor parte de la ayuda humanitaria que llega del exterior. Y si no fuera así no permitirían a nadie pasar por sus tierras con el resto de las migajas que quedan de la ayuda del primer mundo.
Todo es muy complejo en África. Lo único claro y sencillo de entender es la miseria y la pobreza que corroe a todo el continente desde sus mismas entrañas. Y este libro lo pone de manifiesto de una manera clara y eficaz. Nos ofrece una visión del África negra como sólo puede transmitir quien ha vivido allí como uno más de allí.
Aquí, la vida es un esfuerzo continuo, un intento incesante de encontrar ese equilibrio tan frágil, endeble y quebradizo entre supervivencia y aniquilación.
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