lunes, 1 de mayo de 2023

LA TIERRA QUE PISAMOS

"Su delito ha sido su saber, porque el conocimiento enerva a los poderosos. Todo lo que no tiemble ante el acero afilado de una espada ha de ser aniquilado"

Tenías ganas de volver a leer a Jesús Carrasco, después del buen sabor de boca que me dejó Intemperie, primera novela del autor, que leí hace ya algunos años. Así que llegado el momento compré en la librería esta Tierra que pisamos, esperando encontrar otra gran historia, con el aliciente de estar situada en Extremadura.


A comienzos del siglo XX España ha sido anexionada al mayor imperio que Europa ha conocido. Tras la pacificación, las élites eligen un pueblo de Extremadura como gratificación para los mandos a cargo de la ocupación. Eva Holman, esposa de uno de ellos, vive su idílico retiro en la paz de su conciencia hasta que recibe la visita inesperada de un hombre que empezará ocupando su propiedad y acabará por invadir su vida entera, Leva.


La tierra que pisamos habla del modo en que nos relacionamos con la tierra; con el lugar en el que nacemos pero también con el planeta que nos sostiene. Formas que van desde el atroz mercantilismo que ejerce el poder hasta la emoción de un hombre que cultiva a la sombra de una encina. Y entre esos dos extremos, la lucha de una mujer por encontrar el auténtico sentido de su vida, del que su propia educación la ha desviado.


Una novela donde aparecen descripciones de Extremadura, tierra natal del autor, que me han encantado, he aquí algunos ejemplos:


"Uvas en septiembre, aceitunas en invierno. Cerdos hozando bajo las encinas, transformando para el hombre los aceites de las bellotas en olorosa grasa".


"Hacia mediados de septiembre el cielo se revuelve. El viento trae nubarrones desde la parte de Almendralejo y los amontona hasta que se funden en un plano gris por encima del cual el cielo restalla. La yegua piafa en la cuadra y las gallinas aletean nerviosas. Las primeras gotas revientan contra el fino polvo del camino sin penetrar en él. Esferas de agua sobre el suelo, sucias de arena triturada".


Realiza también una descripción perfecta de la época, recordemos que estamos a principios del siglo XX, tanto en cuestiones físicas como atuendos, casas, enseres de labrar la tierra, como incluso del papel de las mujeres dentro de la sociedad (incluso de las mujeres "poderosas" que pertenecen a la élite del Imperio):


"(...) Pero yo soy una mujer y le estoy desafiando. A nosotras en los bailes, se nos permite opinar sobre pintura o música siempre que no superemos en brillantez o elocuencia a los hombres que haya en el corro, aunque la mayoría de ellos no sean capaces de diferenciar una sinfonía de una polca. Se nos está permitido hablar de política siempre que sea para refrendar las opiniones de nuestros esposos y, especialmente, para aportar al discurso imperial una dimensión maternal. Gusta mucho que seamos nosotras las que nos refiramos a los soldados como "hijos de la patria" o "nuestros muchachos", dando a entender que  cualquier joven que lucha por el Imperio es nuestro hijo también".


He de reconocer, haciendo referencia a lo comentado anteriormente, que en esta novela he tenido que recurrir de forma habitual al diccionario, pues aparecen términos y palabras de la época, de las cuales desconocía su significado. Ello, aunque es cierto que ha ralentizado mi lectura, ha conseguido también despertar en mí el interés por añadir palabras nuevas a mi vocabulario. Algunas de las que más me han llamado la atención las nombro a continuación:


.-Escollera: "Conjunto de bloques de cemento que se depositan en el fondo del mar para proteger un dique o espigón de la acción del oleaje o como fundamento para la construcción de un muelle".

.-Falleba: "Instrumento de hierro que se pone para cerrar las ventanas, o puertas de dos hojas, y se compone de una barra larga y redonda".

.-Teodolito: "Instrumento que se compone de un círculo horizontal y un semicírculo vertical, ambos graduados y provistos de anteojos, para medir ángulos en sus planos respectivos".

.-Albur: "Contingencia o azar a que se fía el resultado de alguna empresa. "No deja nada al albur"".

.-Patena: "Plato pequeño de oro u otro metal en el que se coloca la hostia durante la misa".


(*Definición de todas las palabras sacadas de la RAE)


Esta novela de Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz 1972) mantiene la calidad de la escritura de su primera novela Intemperie, aunque la voz entrometida de la narradora y la exageración del tono lo alejan algo de su talento. Se indaga en la infinita capacidad de resiliencia del ser humano, el deslumbramiento de la empatía cuando el otro deja de ser un extraño a nuestros ojos, y la naturaleza de un amor más grande que nosotros mismos. Una lectura emocionante; un libro capaz de cambiarte. Una novela sobre el inesperado poder de los extraños para alumbrar nuestra propia desnudez. Tras leer esta segunda novela de Jesús Carrasco puedo decir que sigo siendo fan incondicional de la pluma del autor pacense.



"La novela nació de una manera prosaica -argumenta el autor-, cuando estaba trabajando en un huerto, que tenía con unos amigos, y tuve la sensación de buscar qué significa la tierra para el hombre, qué satisfacciones puede dar, cómo nos ha ido acompañando a lo largo de generaciones y cómo desde hace unos decenios esta relación se ha roto, porque la vida está cambiando".


"Quizá, como dicen, en algún momento fuimos uno. No un solo cuerpo, sino un solo ser. Nosotros, los árboles, las rocas, el aire, el agua, los utensilios. La tierra".

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