No puedo aquí decir nada nuevo sobre Mario Vargas Llosa que no se haya dicho o escrito ya durante estos frenéticos días. No sólo por la concesión del Premio Nobel de Literatura, más que merecido en mi opinión, sino porque ya era un escritor muy mediático, leído y sobradamente conocido. De él se conocen sus obras, bien por ser lector empedernido o casual, o bien por ser aficionado al cine e incluso al teatro. Es un autor polifacético, prolífico y con una vida social más que comprometida.
Sin embargo si me gustaría resaltar como hemos sentido los españoles la concesión de este Premio Nobel. Es como si se lo hubieran dado a un escritor español (en sentido legal lo es). Vargas Llosa es muy nuestro, se hace querer por los de aquí. Pasa mucho tiempo en España y se involucra en los problemas que nos afectan. Colabora en diversos medios españoles y lo podemos leer casi a diario. La alegría por ello ha sido doble. Él ha ganado en España casi todos los premios posibles y esto es la culminación indiscutible del nivel en el que se encuentran las letras en habla hispana.
Sin embargo si me gustaría resaltar como hemos sentido los españoles la concesión de este Premio Nobel. Es como si se lo hubieran dado a un escritor español (en sentido legal lo es). Vargas Llosa es muy nuestro, se hace querer por los de aquí. Pasa mucho tiempo en España y se involucra en los problemas que nos afectan. Colabora en diversos medios españoles y lo podemos leer casi a diario. La alegría por ello ha sido doble. Él ha ganado en España casi todos los premios posibles y esto es la culminación indiscutible del nivel en el que se encuentran las letras en habla hispana.
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