Un profesor de matemáticas aislado en su casa y aislado del mundo por una extraña enfermedad que sólo le permite recordar los últimos 80 minutos de su vida, sirve a Yoko Owaga para comenzar un libro donde las matemáticas tienen una parte destacada, pero sobre todo los sentimientos y la ternura conforman el núcleo central de La fórmula preferida del profesor.
Después de varias chicas de servicio que han fracasado en su labor, una nueva asistenta va a intentar trabajar en casa del viejo profesor. Todo parece que va a suceder como en las ocasiones anteriores, donde la trabajadora renuncia a su puesto harta de las excentricidades del profesor. Hasta que aparece el hijo de la asistenta. Las matemáticas y el beisbol unen rápidamente al chico y al profesor, que comienza a vivir una nueva etapa en su vida.
Comenzará a salir a la calle acompañado por la asistenta y su hijo y, ambos, ocuparán un lugar importante en la chaqueta del profesor, a donde recurre en forma de notas sujetas por imperdibles para recordar todo aquello que su cabeza no le permite retener por más de 80 minutos. Volverá, en definitiva, a ser todo lo feliz que se puede ser en un corto periodo de 80 minutos.
No es este un libro que gustará sólo a los matemáticos. Es un libro que llega muy hondo de cualquier lector. Incluso puede ser muy indicado para alumnos a partir de 3º de ESO. Como profesores creo que es regalarles una experiencia genial.
Comenzará a salir a la calle acompañado por la asistenta y su hijo y, ambos, ocuparán un lugar importante en la chaqueta del profesor, a donde recurre en forma de notas sujetas por imperdibles para recordar todo aquello que su cabeza no le permite retener por más de 80 minutos. Volverá, en definitiva, a ser todo lo feliz que se puede ser en un corto periodo de 80 minutos.
No es este un libro que gustará sólo a los matemáticos. Es un libro que llega muy hondo de cualquier lector. Incluso puede ser muy indicado para alumnos a partir de 3º de ESO. Como profesores creo que es regalarles una experiencia genial.
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