lunes, 18 de agosto de 2025

ELOGIO DE LAS MANOS

"Los dedos nunca olvidan"


Idioma original: Español

Título originalElogio de las manos

Editorial: Seix Barral

Traducción: Original en español

Año de publicación: 2024

Nº de páginas: 318

Valoración: ensayo sobre el trabajo manual


"Elogio de la manos" es una literatura "de la nada", no hay una gran historia detrás, no hay un gran drama que arrastre la narración, sino que es una historia de pequeñas observaciones, algunas casuales que tienen en común, muchas de ellas, ensalzar el trabajo hecho con las manos, algo cada vez más en desuso en las sociedades actuales. Surge de lo más cotidiano, de lo doméstico. 


No lo considero tampoco un libro autobiográfico, pero por la elección del protagonista y su voz parece que hay una cierta voluntad de que se confunda con la del autor Jesús Carrasco. 


La casa funciona a modo de personaje; hay una literatura de casas o de espacios físicos que son personajes cuya mera presencia moldea todo lo que se mueve alrededor. Y es una casa muy, muy interesante por cómo está construida, por cómo ha variado, por cómo va describiéndola el autor. Me parece muy interesante de esta novela, el juego que se hace con esto:


"Estábamos de paso. La casa no era nuestra. No habíamos pagado por ella. Sin embargo, en el mejor de los sentidos, nos habíamos apropiado de ella incorporándola a nuestras vidas a fuerza de pintar sus paredes, de rellenar sus grietas, de compartir la comida bajo la parra. Una cosa era tener una escritura con tu nombre y un número de catastro y otra apropiarse del lugar. De lo primero se encarga el notario, con sus apresuradas rúbricas, sus palabras graves, su ensayada cortesía y sus aranceles estipulados por ley. De lo segundo se ocupa la vida".


Una cosa que me ha interesado mucho de la novela es que la familia va intermitentemente a la casa y saben que mientras ellos no están hay vecinos que cuidan y siguen dándole vida. Es por esto que al ir avanzando en la lectura tienes la sensación y la percepción de formar parte de la familia, ser un miembro más, parecer que tú, como lector, también acudes en periodos vacacionales a habitar la casa. Todo sucede en la casa y toda la magia de la novela gira en torno a ella.


Otro detalle que me ha gustado mucho de la novela es la relación que se establece con las hijas de la familia y el mundo rural. Esa sinceridad del autor con respecto a las ventajas e inconvenientes de lo rural, de enfocar la vida desde una perspectiva de darle valor a "lo viejo", al arreglo de lo estropeado, al segundo uso de aquello que quedó olvidado. Lo hace además de una manera sincera, pero sin restar un ápice de amabilidad. Creo que este es el aspecto fundamental por el que siempre vuelvo a las lecturas del autor extremeño Jesús Carrasco:


"Fui un niño de pueblo y, sin que pueda evitarlo, quiero para mis hijas algo parecido a aquella experiencia de la libertad que no encuentro en la ciudad. Ni en las más peatonalizada. Cuando estamos aquí, en el pueblo, Anaïs y yo suspendemos parte de nuestros miedos. Las niñas desaparecen de vista al bajar del coche y reaparecen, en ocasiones, magulladas. Han subido a una peña donde, quizá, hay más peligros que en la Quinta Avenida. Dejamos que se pierdan por las calles, los caminos y las lomas. Dejamos que exploren y se sean ellas quienes empujen los límites de sus territorios conocidos. Cuando salen al campo, siguen las veredas por las que las ovejas y las vacas van de un lado a otro, superponiendo su mapa al de los animales. Se asoman cada día a su propia terra incognita. De allí vuelven siempre con algo inesperado: el cráneo prístino de una cabra; piñas secas en las que ya no quedan piñones pero que nos sirven para encender la chimenea en invierno; vainas de cartuchos de caza".


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