jueves, 31 de julio de 2008

En el blanco

Acabo de leer En el blanco, de Ken Follet, todo un clásico de los libros de verano. El libro cuenta la trama que encierra el robo de un virus mortal más peligroso que el ébola, de un laboratorio farmacéutico de alta seguridad situado en las cercanías de Glasgow. Todo esto aderezado con romances imposibles entre jefe y empleada, historias de familia un tanto rocambolescas, traiciones de hijos malévolos y mucho suspense forzado por situaciones a veces poco creíbles.

De estas palabras ya se puede deducir que el libro es sólo para pasar el rato, y así lo he hecho. No requiere concentrarse mucho, se puede leer en cualquier sitio, con la tele o la radio puesta, con los niños por alrededor, en medio de la piscina (literal), lo cual tiene la ventaja de que podemos aprovechar el tiempo libre del que disponemos en estas fechas para leer.

Esto me ha llevado a intentar definir qué es un libro de verano, y qué lo diferencia de un éxito de ventas (best-seller, en inglés). Pues bien, yo entiendo que el libro de verano debe ser un libro gordo, con muchas páginas, pero en edición de bolsillo para poder desplazarlo de aquí para allá. La historia debe enganchar desde el principio, ser trepidante, entretenida, con personajes con los que nos identifiquemos fácilmente. No debe ser un libro que nos haga pensar mucho (bueno, ni mucho ni poco, mejor si no nos hace pensar nada), que no requiera concentración para meternos en la trama, con un lenguaje sencillo y asequible.

Todas estas características me han llevado a elaborar una lista de los que considero libros de verano, y que he ido leyendo precisamente en verano, son estos:


El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel (y las siguientes secuelas, yo voy por la 3, Los cazadores de mamuts).

El médico de Noah Gordon.

Caballo de Troya de J.J. Benítez (me quedé en el 4 y no creo que retome la saga)

Cromosoma 6 de Robin Cook.

Los pilares de la Tierra de Ken Follet

En el Blanco de Ken Follet

El código DaVinci de Dan Brown

Invierno en Madrid de A.J. Samson (no la he leído, pero la incluyo basándome en la descripción de mi amigo Paco, y remito a los comentarios en La línea recta).

El ocho de Katherine Neville (tiene gracia que sea el 8º, ¿no?)

Sinuhé el egipcio de Mika Waltari

10º El cruzado de Stephen J. Rivelle


Bueno, esta lista seguro que es imperfecta y, por supuesto, incompleta. Pero considero que da una idea aproximada de lo que quiero decir cuando me refiero a un libro de verano. En fin, que nos queden muchos veranos para disfrutar de la literatura, sea buena o mala, pero al menos entretenida.

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