"...Sé que con suerte te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada pero que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo... El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco. Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas".
Si
soy sincero he leído el libro de Risto Mejide porque me lo regalaron, nunca
(aunque ya se sabe que “nunca” es una palabra peligrosa), se me hubiera ocurrido
comprar un libro de este autor. Pero también he de reconocer, no sé si para mi
vergüenza y escarnio, que veo esos programas de televisión descafeinados de
aspirantes a artista de la música pachanguera donde interviene como jurado el
autor en cuestión. Y quien sabe, quizá me gusta como interviene, por ser una
copia descafeinada del Doctor Gregory House con ciertos exabruptos ingeniosos
que me hacen reír.
Centrándome
en el libro “El sentimiento negativo” es para mí aburrido y bastante
convencional. Te deja una sensación de que las páginas del libro parecen haber
sido arrancadas de algún diario personal de una adolescente. Reflexiones un
tanto manidas, rebeldes de boquilla, inocentonas, que vierten por lo general
una sensiblería un tanto pueril, con sobredosis de estrógenos. Y con fragmentos
morbosos sin más.
Puedo
afirmar tras la lectura del libro, que el Risto Mejide autor sale perdiendo con
respecto al Risto Mejide televisivo, a no ser que lo compares con un libro de
crucigramas o a uno de esos poetas de bar que te escriben pareados en las
servilletas manchadas de café. Y eso que desde el principio trata de llamar la
atención como sea: portadas al revés, conteo de páginas a la inversa, páginas
que se leen de lado, continuos juegos de palabras, llamadas al lector,
autoconciencia del patetismo, reivindicación del propio libro…
El
paso de los días me ha llevado a conocer a más personas, y por supuesto a leer
más libros, y me llego a plantear la siguiente cuestión: ¿se asemeja el nivel
intelectual de un libro y el nivel intelectual de la persona que te lo
regala?... No puedo afirmar totalmente esto, porque como en todas la
afirmaciones hay que tener en cuenta las excepciones, pero sí tengo la certeza que guarda, al menos,
una pequeña relación. Así que recuerda, qué libro te regalan y quién te lo
regala.
Ya veo que el libro es pobre (te lo anticipé), pero la entrada está muy bien, me ha gustado mucho. Y la reflexión final me ha hecho pensar y creo que tienes mucha razón. Sólo espero que quien te regaló el libro no lea opinaRed, jeje. Abrazos
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