Los ojos de madre parecían más muertos que los de Joan.
(Tierras Muertas, página 7)
Después de su lectura...la verdad es que no sé muy bien como califcarla. Ni siquiera tengo claro si me gustó o la detesté. No me dejó indiferente, eso si que lo puedo asegurar. Me vienen a la memoria casos sonados de asesinatos oscuros y reyertas cometidas en la España profunda. Pueblos oscuros donde las relaciones entre los pocos habitantes que permanecen en ellos son complejas y hunden sus raíces en rencillas, odios y oprobios de generaciones pasadas. Es el caso del crimen de Fragen, en Huesca. O el más famoso y mediático de Puertohurraco, en Extremadura. Esa atmósfera pesada, gris de puertas adentro, está presente en cada página del libro. Y expresada de forma magistral por la autora. La angustia se siente desde la primera página y ya no nos abandonará hasta que consigamos olvidar la historia. Es un libro que te deja sin palabras. Es oscuro, gris, triste,... pero a la vez engancha y sorprende. Está plagado de seres mezquinos, de verdades que lo son solo a medias, de secretos inconfensables, malos tratos, disputas, agresiones y disparos. Toda la maldad del ser humano queda reflejada de una u otra manera en cada uno de sus personajes. Aquí no hay buenos ni malos. Hay supervivientes en una sociedad cerrada de un pueblo pequeño donde todos desconfían de todos. Y, en muchas ocasiones, no sin motivos.
La autora, Nuria Bendicho |
La historia arranca en una familia: padres, tres hijos y una hija más una nieta hija de esta última, madre soltera para más señas. Viven y trabajan como animales en un caserío alejado del pueblo, al que solo bajan cuando lo necesitan. El campo les da lo justo para sobrevivir a cambio de un esfuerzo sobrehumano día tras día y de sol a sol. En el seno de la familia hay secretos monstruosos que poco a poco y a través de los personajes se irán conociendo según la versión de cada uno. Cada capítulo nos cuenta la historia según la vive cada personaje. El ejercicio de engranaje de historias es fascinante. La autora va hilando cada una como una malla que nos atrapa. En un momento donde un personaje es malo y atroz, pasa a convertirse en víctima de una situación o circunstancia distinta de la que otro personaje planteó. Las historias te atrapan sin remisión.
Al final llegas a la conclusión que la mezquindad humana siempre tiene un porque. Tal vez no una justificación, pero al menos si una explicación. Todos obramos, bien o mal, por algún motivo. No es la excepción en los personajes del libro. Súfranla o disfrútenla, pero no dejen de leerla.
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