lunes, 17 de julio de 2023

NADA

"Me parecía que de nada vale correr si siempre ha de irse por el mismo camino, cerrado, de nuestra personalidad"


Leí por primera vez esta novela de Carmen Laforet en 3º de la ESO. Lola Lasala, nuestra profesora de Lengua y Literatura nos abrió las puertas del piso de la Calle Aribau. También nos introdujo en un mundo entero de libros e historias, y nos inculcó el amor por la lectura, algo por lo que le estaré eternamente agradecido. Tengo que decir que guardaba un gran recuerdo de esta novela, pero no conseguía ponerla en pie al completo. Así que me decidí a volverla a leer unos 30 años después (¡madre mía cómo pasa el tiempo!). Ahora, desde otra perspectiva vital, y con la experiencia y madurez que van dando el paso de los años, me he acercado a este clásico con un interés renovado y con ganas de comprobar si aquel buen sabor de boca que me dejó en su momento se mantenía en la actualidad. Tengo que adelantar que mi memoria no me fallaba. Esta era y es una novela especial, de las que pueden dejar huella en la vida de una persona. De esas que siempre recomendaré como lectura, y que destaca tanto por el lenguaje y diálogos que utiliza la autora, como por la historia que se narra en ella.


Es curioso como hay situaciones que se repiten a pesar del paso de los años, y es que, una de las cosas que recuerdo me costó mucho en la primera lectura de esta novela, fue situar a los personajes (el árbol genealógico) y no perderme al inicio de la lectura con los nombres de todos ellos. Por suerte, hoy en día, con mayor acceso a información digital, lo primero que hice fue buscar este árbol genealógico en internet, algo que me ayudó mucho desde el inicio. Entre todos los personajes interesantes que aparecen en la novela (interesantes y desconcertantes), me quedo con la amiga de Andrea, Ena, una chica que de alguna manera es el salvavidas de la protagonista, aunque ella en ocasiones no sea consciente de ello:


"Me gusta la gente con ese átomo de locura que hace que la existencia no sea monótona, aunque sean personas desgraciadas y estén siempre en las nubes, como tú..."



"Nada", de Carmen Laforet, ha sido objeto de infinidad de estudios y análisis por parte de filólogos y de especialista en literatura, pero me gustaría, por medio de esta crítica, hacerle un pequeño homenaje en mi particular 30º aniversario de su lectura.


Esta novela nos habla del gran abismo que Andrea, la protagonista, va a encontrar entre sus sueños, ilusiones y fantasías de adolescencia, y la amarga realidad que se empeña en mostrarle el mundo tal y como es: con las miserias, los miedos, la soledad, la tristeza, las traiciones, la violencia... de quien sale de casa por primera vez y se enfrenta a la vida. Pero también es una historia de luz, de esperanza, que permiten a la protagonista salir a flote y seguir avanzando en búsqueda de los sueños por los que llegó a Barcelona. En una familia que ha pertenecido a la alta sociedad catalana, pero venida a mucho menos, solo las apariencias y lo que se expone al exterior es lo que queda de aquellos años de grandeza y lujos en la Calle Aribau. 


Y precisamente la ciudad de Barcelona se nos presenta antes los ojos del lector, una Barcelona de postguerra, donde Carmen Laforet aprovecha para describir y señalar los rincones y monumentos más destacables de la ciudad. Se podría decir, que la novela "Nada" es una guía turística por esta Barcelona gótica. Aparecen en ellas los siguientes lugares:


"La Vía Layetana, tan ancha, grande y nueva, cruzaba el corazón del barrio viejo. Entonces supe lo que deseaba: quería ver la Catedral envuelta en el encanto y el misterio de la noche. Sin pensarlo más me lancé hacia la oscuridad de las callejas que la rodean. Nada podía calmar y maravillar mi imaginación como aquella ciudad gótica naufragando entre húmedas casas construidas sin estilo en medio de sus venerables sillares, pero a las que los años habían patinado también con un encanto especial, como si se hubieran contagiado de belleza".


Iglesia de Santa María del Mar:



Tibidabo:


Calle Aribau:


Mercado del Borne:


El tema de los malos tratos, tan de actualidad por desgracia aún hoy en día, vienen reflejados también en esta novela. La pluma de Carmen Laforet aborda este asunto usando para ello la pareja de Juan (su tío) y Gloria (la mujer de este), y nos da una certeza de cómo se miraba para otro lado en estos asuntos, incluso se tapaban en la propia familia, en estos años 40 donde se desarrolla la novela:

"Me acuerdo de que un día Gloria vendió el piano. La venta fue más lucrativa que las que hacía de costumbre y mis narices notaron pronto que ella se permitía aquel día el lujo de poner carne en la comida. Ahora que ya no estaba Antonia para fiscalizar los guisos y volverlos puercos con su sola presencia. Gloria parecía esforzarse en que las cosas fueran mejor.
Yo me estaba vistiendo para salir a la calle cuando oí un gran escándalo en la cocina. Juan tiraba, poseído de cólera, todas las cacerolas de los guisos que hacía un momento habían excitado mi guía y pateaba en el suelo a Gloria, que se retorcía.
-¡Miserable!¡Has vendido el piano de Román!¡El piano de Román, miserable!¡Cochina!
La abuela temblaba como de costumbre, tapando contra ella la carita del niño para que no viera a su padre así.
La boca de Juan echaba espuma y sus ojos eran de esos que sólo se suelen ver en los manicomios. Cuando se cansó de pegar, se llevó las manos al pecho, como una persona que se ahoga, y luego le volvió a poseer una furia irracional contra las sillas de pino, la mesa, los cacharros... Gloria, medio muerta, se escabulló de allí y todos nos fuimos, dejándole solo con sus gritos. Cuando se calmó -según me contaron-, estuvo con las cabeza entre las manos, llorando silenciosamente".

Narrada en primera persona, Andrea es testigo y narradora de la historia, no enjuicia a las personas que la rodean, y va descubriendo que a pesar de sus esfuerzos por disfrutar de la vida universitaria y ser feliz, nada es lo que parece, y va viendo como poco a poco sus esperanzas y expectativas se quedan en nada. Una novela coral, magnífica, por la que no pasan los años ni deja de estar de actualidad a pesar de estar escrita a mediados del siglo pasado. Con una pluma excelente, que te lleva a recorrer la Barcelona gótica y te hace sentir que estas allí, en la propia piel de la protagonista. Un libro muy recomendable, que volveré a leer en mi particular 50º aniversario de mi primera lectura, ¡salud para conseguirlo!


"De la calle de Aribau no me llevaba nada. Al menos, así creía yo entonces"

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