Esta es una época del año en la que todos nos empeñamos en hacer balance de lo que hemos hecho y nos proponemos lo que debemos hacer durante el año entrante. Yo prefiero mirar hacia el futuro que hacia el pasado, por lo que en vez de hacer balance sobre lo dicho y escrito en opinaRed, voy enumerar los doce libros que pretendo leer durante el 2009 y, por supuesto, comentar en estas páginas (a estos se añadirán aquellos que se vayan publicando durante el año y que me apetezca o interese leer). Dentro de un año veremos que es lo que he cumplido. Los doce magníficos son:
- Invierno en Madrid, de C.J. Sansom, por cortesía de Paco López.
- Los Girasoles Ciegos, de Alberto Méndez. Éste por cortesía de mi esposa.
- Firmin, de Sam Savage. Rueda por la estantería hace meses.
- La hermandad de la buena suerte, de Fernando Savater y premio Planeta 2008.
- El color de la Magia, de Terry Pratchett. Parece ser que risas aseguradas.
- Dientes de leche, de Martínez de Pisón (este libro, obligado, por ser aragonés)
- Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson. Sí, aún no lo he leído, así que me propongo poner remedio.
- Jugadores de billar, de José Avello. Este libro ha recibido muy buenas críticas.
- Longitud, de Dava Sobel.
- Brooklyn Follies, de Paul Auster. Después de éste irá Un hombre en la oscuridad.
- Ya sólo habla de amor, de Ray Loriga. Para mí una absoluta incógnita. - Cartas a una joven matemática, de Ian Stewart. Deformación profesional, que se le va a hacer.
Que las doce lecturas sean provechosas y el año 2009 nos colme de libros, cultura y opinión.
El polifacético Ken Follet vuelve a la carga con un best seller en toda regla. Este libro ha sido creado específicamente para serlo. La sola espera que hemos tenido que soportar para que apareciese esta segunda parte daba pistas sobre su lanzamiento a bombo y platillo. Y el señor Follet lo ha conseguido, otra vez. Millones de ejemplares inundan las librerías del mundo y en España lleva siendo el libro más vendido durante las últimas semanas.
Se anuncia como la segunda parte de Los Pilares de la Tierra, y en cierto modo lo son, pero estos personajes sólo mantienen con aquellos una relación de parentesco bastante lejana (de tatarabuelos para arriba). Aunque el hilo conductor de la trama vuelve a ser la construcción, aunque en este caso mucho más diversificada y no centrada en grandes monumentos o catedrales. Sólo la torre de la catedral de Kingsbridge, que aspira a ser la más alta de Inglaterra, y un puente que se ha derruído, pueden calificarse de grandes obras de construcción en la novela, muy alejadas de la construcción de una catedral.
El ritmo narrativo me parece más dinámico que en la novela predecesora, pero en aras de ese dinamismo pierde en intensidad. Tal vez se centre más en las realciones personales de los protagonistas, que a veces tiene visos de folletín televisivo, pues el autor da una y otra vuleta a relaciones imposibles hasta hacerlas completamente delirantes.
El libro se hace interesante desde el principio, a lo que colabora el que los personajes que aparecen en la primera página cierran igualmente la última. Esto facilita el que nos engachemos con el a ver que pasa con esta parejao este personaje.Por el medio ocurren infinidad de cosas, aventuras, desventuras, muertes, bodas, nacimientos, viajes, enfermedades, curaciones, construcciones, derrumbamientos, celos, adulterios,...
Sin ser un experto en el tema, me parece que la recreación histórica está bastante bien conseguida y Follet se ha documentado convenientemente, aunque también tengo la impresión de que para hacer la novela actual y adaptada al presente, se comenten algunas imprecisiones y errores, sobre todo en las relaciones personales de los personajes, que en ocasiones no resultan del todo creíbles.
Las fotos que acompañan esta reseña corresponden al castillo de Loarre, una fortalez medieval construída para la contención del avance musulmán una vez iniciada la reconquista. Después de años de abandono, el castillo de Loarre se ha convertido en una joya medieval digna de ser visitada.
UNA TESIS DE UN INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA DEMUESTRA QUE UN PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO PERCEPTIVO PUEDE MEJORAR LA CAPACIDAD DE REACCIÓN DE LOS TENISTAS Y, POR TANTO, AYUDARLES A ANTICIPARSE AL CONTRARIO.
Años de entrenamiento, esfuerzo y superación personal suelen configurar la ecuación que da como resultado a los campeones más rotundos de cada disciplina. El jovencísimo Rafa Nadal parece haberla resuelto hace años y su tenis preciso y espectacular le ha llevado a conquistar el número uno del mundo. habrá quien piense que lo suyo, además de fruto del trabajo, lo es también de una genética privilegiada y quizá por ello, la mayoría de los aficionados a este deporte se siente tan alejado del héroe mallorquín como del mismísimo Roger Federer. Un estudiante de la Uex ha demostrado, sin embargo, que un buen juego en la cancha puede ser también fruto del trabajo de laboratorio a través de un entrenamiento percpetivo que mejora la capacidad de reacción del tenista y le permite adelantarse a su contrario.
Vicente Luis del Campo, autor de la tesis doctoral, lo ha dejado patente con un trabajo de campo en el que ha contado con la colaboración de 40 tenistas noveles (entre ellos el que les está escribiendo esto), que divididos en cuatro grupos , se han sometido a su entrenamiento de una duración aproximada de 15 minutos cada una. La experiencia, desarrollada en el laboratorio de Aprendizaje y Control Motor de la facultad de Ciencias del Deporte de la Uex, le ha valido a Vicente una calificación de sobresaliente "Cum Laude".
Para seleccionar la muestra, 40 participantes, se establecieron varios requisitos, los principales: todos tenían que ser alumnos de la facultad de Ciencias del Deporte de Cáceres, y debían ser tenistas noveles con escasa o nula formación o experiencia en la materia para demostrar su sensibilidad ante el programa de entrenamiento diseñado. Vicente matiza el por qué de estos perfiles: "Haberlo hecho con jugadores expertos hubiese sido mucho más difícil porque la experiencia previa hubiera influido en los resultados finales".
Partiendo de esta premisa, se creó la situación de investigación. Se posicionó a los sujetos participantes en un punto próximo a la red, en el que el tenista, para poder llegar a la pelota que le devuelva el contrario, tenía que intentar anticiparse, poque de lo contrario perdía la bola. "Desde ese supuesto y gracias a los sistemas tecnológicos que tenemos en el laboratorio, en este caso el del registro del comportamiento visual en tiempo real y unas plataformas, mediante las que se puede analizar la respuesta reacción, conformamos un programa de entrenamiento, a diferentes grupos con diferentes metodologías de entrenamiento de la anticipación". Resume el investigador de la Uex.
Una medición del comportamiento visual de la respuesta de reacción antes y después de cada sesión (unas ocho sesiones con una duración aproximada de 15 minutos) comprobaba en todo momento que el entrenamiento estaba siendo realmente efectivo. "De lo que se trataba, en definitiva, era de constatar si estábamos consiguiendo mejorar la capacidad de reacción y por lo tanto de anticiparse al contrario", argumenta Del Campo.
El experimento se desarrolló en un espacio temporal de una mes. Divididos en dos subgrupos de 20, se evaluó a los sujetos durante 15 días. Al término del proyecto los resultados demostraron que las premisas de las que se partían eran las acertadas. "Al término del programa de entrenamiento, el comportamiento visual (en lo que se fijan los tenistas a la hora de reaccionar) varía. También su capacidad de responder y por lo tanto de anticiparse", resume Vicente Luis del Campo. El entrenamiento en laboratorio funciona, por lo tanto, se puede utilizar para mejorar el rendimiento de los tenistas en este caso. El descubrimiento en cuestión podría abrir la veda a una forma distinta de desarrollar habilidades deportivas. Todos podríamos ser Nadal, o al menos, intentarlo de una forma mucho más científica.
Llevado por una vorágine irracional de leer todos los Premios Planeta y sus finalistas durante la década de los 90, descubrí a un escritor que me resultaba del todo desconocido, pero que su libro ganador del Planeta en 1978 ostentaba un título sugerente La muchachade las bragas de oro.Sin embargo no quedó una honda huella en mí después de leerlo, como ocurrió con otros premios Palnete y finalistas que todavía recuerdo con detalle:
En busca del Unicornio de Eslava Galán, Pequeño teatro de Ana Mª Matute, Y Dios en la última playa de Cristóbal Zaragoza Yo, el rey de Vallejo-Nájera Pura vida de Mendiluce La mujer de otro de Luca de Tena
Sin embargo habría de leer Rabos de lagartija para descubrir en todo su esplendor a este autor catalán, coherente con sus ideas y atípico en el panorama editorial. Este libro me transportó a las paredes de piedra que separaban los campos de mi pueblo, a las paredes desconchadas de las casas abandonadas donde jugábamos a ser bandidos, a los arroyos donde cazábamos renacuajos con la esperanza de verlos convertirse en ranas o al nido de golondrinas que después de derribar y sentirnos culpables por la barbarie, nos llevaba a dar de comer a los pollos e intentar salvarlos a toda costa.
Para mí eso es un buen libro, el que te hace aflorar esos recuerdos olvidados de otro tiempo y otra persona que ha llegado a convertirse en los que somos hoy. Y Juan Marsé lo consigue en este libro y por ello le estoy agradecido.
Enhorabuena por un premio Cervantes 2008 que, desde mi punto de vista, llega tarde, pero es totalmente merecido. Felicidades y a disfrutarlo.
Hay ocasiones en que aparece un libro que se convierte, en silencio y sin grandes aspavientos, en uno de los más leídos en muchos países. Todo un éxito editorial sin ninguna explicación aparente.
Sin embargo cuando uno lee El niño con el pijama de rayas del autor irlandés John Boyne se da cuenta del porqué de su enorme difusión. En principio el autor escribió el libro para un público juvenil, pero pronto tuvo eco entre el público adulto, tanto en su pais como fuera de él.
Se nos pueden ocurrir muchas claves para explicar el fenómeno de este libro, a mi se me ocurre una que creo la más acertada:
Describir uno de los hechos históricos más oscuros y tristes de la Humanidad a través de los ojos inocentes de un niño situado por el destino, y por la profesión de su padre, en un lugar determinado y en un momento concreto. El ver, oír y pensar como un niño es un ejercicio que deberíamos practicar a menudo, y este libro nos presta la oportunidad de hacerlo y disfrutar con ello. Todo es distinto si lo vemos a través del prisma inigualable de la inocencia, las cosas más insignificantes cobran un sentido especial. Y aquello que nos parece trascendente se convierte en nimio cuando lo ve un niño. A través de las páginas de este libro sólo podemos reflexionar y apreneder, aprender mucho.
Poco más se puede decir del libro y su argumento sin desvelar otro de los encantos que tiene este título, y es el ir descubriendo donde estamos y con quien estamos. El Propio autor recomienda que es mejor no saber nada sobre él antes de empezar a leerlo. Creo que yo he sido discreto e intentado mantener ese consejo.
No digo más, todo lo que se puede decir ya está escrito en sus páginas.
El pasado fin de semana, del 7 al 9 de noviembre, tuve la enorme fortuna de acudir al XVIII Congreso Nacional de Astronomía, que se celebraba en la ciudad de Huesca y que era organizado por la agrupación astronómica de la citada población. En primer lugar quiero felicitar a la agrupación organizadora por el enomrme esfuerzo invertido, pero que se ha visto recompensado con unas jornadas verdaderamente inolvidables. Personalmente me gustaría destacar los siguientes momentos que viví con especial intensidad:
1º Conferencia Diario de un astronauta impartida por Miguel López-Alegría. En ella contaba su experiencia como pasajero de la Estación Espacila Internacional ISS y como astronauta de la NASA y de la agencia del espacio rusa. Es fascinante escuchar a personas que han hecho algo fuera del dominio de los ciudadanos a pie y en verdad se ganó al público asistente enseguida, apoyando sus palabras con presentaciones y videos realmente espectaculares. Fue emocionante cuando comentaba las sensaciones que experimentó en los despegues de sus diversas misiones, como se vive en la ISS, que se siente en un paseo espacial, que se puede ver desde la ISS,...
2º La conferencia del astrónomo suizo Michel Mayor Los nuevos mundos del Cosmos se centró en el descubrimiento de exoplanetas, es decir, planetas que se encuentran orbitando otras estrellas y por tanto ajenos al Sistema Solar. No en vano este astrónmo fue el descubridor del primer exoplaneta, y ya lleva más de 100. Al hilo de esta conferencia, el día 14 de noviembre se ha hecho público el descubrimiento del primer exoplaneta que ha sido posible ver, pues los 322 anteriores fueron detectados por métodos indirectos.
3º La presentación más curiosa fue la de Rafael Campillo, que presentó el proyecto astrowiki. Se trata de una plataforma del estilo de la wikipedia pero en la que sólo caben temas astronómicos. El funcionamiento es esencialmente similar a wikipedia. Si alguien tiene curiosidad puede echarle un vistazo en este enlace astrowiki.
4º En general la grata sorpresa que me supuso comprobar como desde casa y con un equipo asequible, los astrónomos aficionados pueden hacer cosas realmente interesantes en Astronomía. Observación de estrellas de estrellas variables, seguimientos de cometas y meteoros, comprobación de las curvas de luz de estrellas con exoplanetas, astrofotografía, detreminación de radios planetarios a través del seguimiento de tránsitos de sus lunas, observación de eclipses de Sol con importantes aportaciones y confirmación de datos de radios, seguimiento de la actividad solar complementando los datos profesionales, y un largo etcétera de actividades interesantes que hacen gentes desinteresadas.
Para mi ha sido un fin de semana realmente grato y que vuelve a meterme el gusanillo de la Astronomía que por la vorágine cotidiana lo tenía un poco dormido.
Hace unosdías leí una encuesta sobre los hábitos de lectura de los españoles. Al menos ese era el titular, pues la encuesta se había hecho a 2000 personas, y aunque la estadística diga que estos datos se pueden extrapolar al conjunto de la población, pues bueno, ahí están las encuestas electorales para indicarnos que la estadística también falla, y a veces mucho. Me llamaron la atención varios resultados curiosos y otros no tanto.
- Los españoles de izquierda leen más que los de derechas (aunque poco más, eso es cierto). Yo aquí sólo pienso que los que realmente no deben leer nada son los políticos, a juzgar por sus actuaciones y desvaríos (basta seguir un poco la trayectoria de nuestro querido ministro César Antonio Molina).
- Los españoles no católicos leen más que los católicos. Bueno, también se puede esperar un resultado así, ya que la mayoría de los libros que se publican hablan de sexo, homosexuales, muertes, incestos, asesinatos,... y eso no esta nada bien y es pecado.
- Las mujeres leen más que los hombres. Esto no es una novedad. Sólo hay que pasearse por nuestras universidades y ver que están llenas de chicas aplicadas y constantes con ganas de triunfar. Yo diría que la mujer lee más y también mejor.
- El libro más leído en el último mes es El niño con el pijama de rayas (comentaré el libro en la próxima entrada). Esto tampoco me sorprende, es un libro delicioso, pero además es un libro que sin una gran campaña comercial, ha sido recomendado de unos lectores a otros en foros, revistas, compañeros de trabajo, amigos. Con este libro ha funcionado perfectamente el boca a boca. Para mi eso es garantía de un libro que gusta y está bien escrito.
- A continuación figuran los tan de moda thrillers históricos, que suelen ir acompañados de una campaña promocional a lo bestia, así que venden si o si. Son libros que no hacen pensar mucho y con ellos pasas un rato agradable. Entre ellos el segundo lugar lo ocupaba Un mundo sin fin, a continuación La catedral del mar y después Los pilares de la Tierra (otra vez éxito de ventas).
- Pero lo más deprimente de todo era que tan sólo uno de cada tres españoles lee frecuentemente. Y me parece triste porque es una oportunidad de disfrutar de experiencias increíbles que se pierden un montón de personas. Además es curiosa la relación que se da en nuestro país, cada año se publica más, pero cada año se lee menos.
Desde aquí pongo mi granito de arena y animo a leer. Hay libros para todos los gustos y hay gustos para todos los libros. Y una vez leído un libro, pues a opinar en opinaRed.
¿Puede el libro de papel desaparecer para siempre? Parece que de momento esto es sólo una posibilidad, aunque ecológica, muy remota. Y es que los libros electrónicos, que tan a bombo y platillo fueron lanzados hace unos años, no acaban de encandilar a los lectores, ni siquiera a los grandes lectores. Varios son los motivos:
1º.- Estos aparatos resultan caros todavía, ya que su precio oscila entre 300 y 600 €, y si pensamos que sólo sirven para leer libros (no reproducen música, ni vídeos y ni siquiera son en color), pues un cálculo aproximado permite ver que por ese dinero podemos comprar entre 15 y 30 libros de papel.
2º.- La lectura en ellos, aunque mucho más cómoda que en las pantallas LCD o TFT, no acaba de ser del todo agradable. Y eso que últimamente con la introducción de la tinta electrónica (existen dos tipos distintos), la comodidad para los ojos ha mejorado mucho. Las pantallas ya no son retroiluminadas y permiten una buena visión incluso a plena luz del día.
3º.- No es posible encontrar cualquier libro en formato digital para leer en un e-book, sobre todo en castellano, en inglés la cosa pinta mejor. Existen páginas donde descargar libros de forma gratuíta, que suelen ser clásicos sin derechos de autor. Los que pueden comprarse en librerías de internet resultan caros, salvo ofertas puntuales, el precio es similar a las ediciones de papel. 4º.- No todos los e-books o libros electrónicos soportan todos los formatos en los que podemos encontrar los libros digitales, aunque el más extendido sea el pdf, no estaremos exentos de buscar programas para cambiar formatos.
5º.- Y, por supuesto, está el aspecto romántico, la sensación de tener entre tus manos un libro de papel, con su olor característico (no todos huelen igual, es curioso como cada libro tiene su personalidad), su tacto, su peso (los e-book permiten llevar cientos de libros en 300 ó 400 gr.) y el ir pasando página a página con su sonido característico.
En definitiva, los libros electrónicos son una buena idea, tal vez, para viajes, o si necesitas transportar una gran cantidad de libros de consulta, pero para el resto de los lectores no deja de ser un capricho caro y al que yo, personalmente, no creo que le saque mucho rendimiento. Soy partidario de esperar a que se popularicen, mejoren su tecnología y cuando el vecino lo tenga y me lo deje probar, entonces tal vez me decida a tener uno, pero, por supuesto, sin renunciar a mis queridos libros de papel.
¡Monegros existe! Y desde luego, ahí está David López para reivindicarlo. No es un autor de la tierra, pues es asturiano a mucha honra, pero para escribir el libro visitó la comarca de Monegros en varias ocasiones. Aunque tal vez la imagen que se proyecta en el libro sobre esta tierra no invite precisamente, ni al turismo ni al disfrute de un paraje realmente exótico y variopinto.
Lo cierto es que el autor sitúa la historia en un pueblo imaginario de los Monegros justo al final de la dictadura franquista cuando el caudilllo agoniza y en Valdeazores, pueblo diminuto de colonización,se produce el crimen horrendo de una señora mayor y no muy bien vista por sus convecinos. Aunque el nombre del pueblo no es real, la descripción que de él hace puede corresponder perfectamente a alguno de los pueblos de colonización que rodean Sariñena.
En esta época los Monegros debían ser una tierra dura y extrema en lo climatológico y en lo productivo. La mayoría de los pueblos no tenían agua corriente en sus casas ni electricidad. Se vivía de la agricultura de secano, lo que condenaba al agricultor a vivir permanentemente mirando al cielo y rezando al clero. Tal vez la llegada del regadío sacara a estas gentes y a estos pueblos del cenagal que tan bien queda descrito en el libro. Cenagal también en la mentalidad de gentes toscas y curtidas como en la mayoría de la España agricola de posguerra. Es magnífica la recreación que hace David López de las gentes y sus rencillas. Esas mentalidades guiadas por la apariencia y el que dirán. Gentes que pueden mantener la enemistad por la causa más nimia durante generaciones enteras, donde los hijos heredan, además de las improductivas tierras, los rencores y recelos de padres y abuelos.
Es esto lo que más me ha gustado del libro. La descripción de gentes, tierras, caracteres, pueblos,…En cuanto a la historia no deja de ser imaginativa y curiosa, pero es una historia de crímenes y rencillas repetidas hasta la saciedad en nuestra España profunda. No falta la guardia civil y el contrapunto de una joven liberada y sagaz, abanderada de los nuevso tiempos que poco a poco iban llegando a España desde el exterior.
Las fotos que acompañan esta reseña sobre el libro El crimen de Monegros corresponden a diversos paisajes monegrinos, tomadas durante un precioso atardecer en esta tierra entrañable. No falta la sabina negra, árbol abundante en otros tiempos en estas tierras, al cual debe su nombre.
Ya de por si me resultaba fascinante la ciudad de Estambul. Ese misterio oriental mezclado con la cultura otomana, las mezquitas con sus estilizadas torres dibujándose en el horizonte, ese mar omnipresente en cualquier postal de la ciudad, sus gentes a la vez atrayentes pero desconfiadas. Para el viajero occidental debe ser como entrar en un mundo de cuentos, aunque no siempre feliz ni agradable.
Una vez leído el libro de Orhan Pamuk (Premio Nobel de Literatura en 2006), los deseos de visitar Estambul se multiplican por mil. Dibuja la ciudad que él ha vivido, ha sentido y ha recorrido desde su niñez. Describe paso a paso una ciudad que siente, que ama, que vive y sobre todo que conoce a la perfección. Para el lector occidental resulta en muchas ocasiones cercana la descripción de costumbres de la familia Pamuk, pues el autor vive la época de occidentalización de Turquía en general y Estambul en particular. Más extrañas pueden parecer las descripciones de casas, calles, medios de transportes, es como si la ciudad luchara por dejar atrás un pasado de cultura otomana para adentrarse en el progreso y, sobre todo, la moda que representaba el mundo occidental.
Este último sentimiento estambulí queda reflejado magníficamente por las obras de cuatro autores: Yahya Kemal, poeta orondo, Resat Ekrem KoÇu, historiador y autor de la Enciclopedia de Estambul, obra ingente por la cantidad de información que contiene y que está inacabada, el novelista Tampinar y por último Abdülhak Sinasi Hisar, escritor de memorias bajito y obsesionado con la limpieza. Para Pamuk son los referentes básicos para compreneder y seguir la historia de Estambul en los últimos dos siglos.
Por otra parte el autor pretende dibujar con palabras desde un principio el Estambul que el conoce y en el que ha vivido. Para enmarcar estas palabras y darles un soporte visual que permita trasladarse al lector, el libro contiene cuadros de Melling, pintor que, como nadie, supo captar la esencia del Bósforo, omnipresente en la ciudad. Además numerosas fotografías de la historia familiar de Pamuk salpican el libro aquí y allá, lo que para mí lo convierte en una auténtica joya literaria.
Incluyo para acompañar esta opinión sobre el libro una serie de fotografías que hice en el pabellón de Turquía en la Expo de Zaragoza y en las que aparecen las famosas fuentes y baños turcos de los que en algún pasaje nos habla el autor en su libro.
Finalmente me gustaría recomendar un blog en el que se recoge de manera prolija los sitios más característicos de Estambul, muy útil para planificar una visita: Estambul: Qué visitar en Estambul
Acabo de leer En el blanco, de Ken Follet, todo un clásico de los libros de verano. El libro cuenta la trama que encierra el robo de un virus mortal más peligroso que el ébola, de un laboratorio farmacéutico de alta seguridad situado en las cercanías de Glasgow. Todo esto aderezado con romances imposibles entre jefe y empleada, historias de familia un tanto rocambolescas, traiciones de hijos malévolos y mucho suspense forzado por situaciones a veces poco creíbles.
De estas palabras ya se puede deducir que el libro es sólo para pasar el rato, y así lo he hecho. No requiere concentrarse mucho, se puede leer en cualquier sitio, con la tele o la radio puesta, con los niños por alrededor, en medio de la piscina (literal), lo cual tiene la ventaja de que podemos aprovechar el tiempo libre del que disponemos en estas fechas para leer.
Esto me ha llevado a intentar definir qué es un libro de verano, y qué lo diferencia de un éxito de ventas (best-seller, en inglés). Pues bien, yo entiendo que el libro de verano debe ser un libro gordo, con muchas páginas, pero en edición de bolsillo para poder desplazarlo de aquí para allá. La historia debe enganchar desde el principio, ser trepidante, entretenida, con personajes con los que nos identifiquemos fácilmente. No debe ser un libro que nos haga pensar mucho (bueno, ni mucho ni poco, mejor si no nos hace pensar nada), que no requiera concentración para meternos en la trama, con un lenguaje sencillo y asequible.
Todas estas características me han llevado a elaborar una lista de los que considero libros de verano, y que he ido leyendo precisamente en verano, son estos:
1º El clan del oso cavernario, de Jean M. Auel (y las siguientes secuelas, yo voy por la 3, Los cazadores de mamuts).
2º El médico de Noah Gordon.
2º Caballo de Troya de J.J. Benítez (me quedé en el 4 y no creo que retome la saga)
3º Cromosoma 6 de Robin Cook.
4º Los pilares de la Tierra de Ken Follet
5º En el Blanco de Ken Follet
6º El código DaVinci de Dan Brown
7º Invierno en Madrid de A.J. Samson (no la he leído, pero la incluyo basándome en la descripción de mi amigo Paco, y remito a los comentarios en La línea recta).
8º El ocho de Katherine Neville (tiene gracia que sea el 8º, ¿no?)
9º Sinuhé el egipcio de Mika Waltari
10º El cruzado de Stephen J. Rivelle
Bueno, esta lista seguro que es imperfecta y, por supuesto, incompleta. Pero considero que da una idea aproximada de lo que quiero decir cuando me refiero a un libro de verano. En fin, que nos queden muchos veranos para disfrutar de la literatura, sea buena o mala, pero al menos entretenida.